Relatos

Mi abuelo yo

23 junio 2022

Hoy, queridos amigos, me gustaría hablar de mi abuelo yo.

Mi abuelo yo no es que sea chino ni vietnamita, pero se llama yo. Cosas de la gente d´antes

A mi abuelo yo, le encanta recordar historias de cuando era estudiante en Zaragoza y salía siempre que podía por «El Rollo*» hasta las mil, aunque cada día que pasa le venga la hora tonta más pronto y haya pasado de ir de empalmada* a la facultad a calcular cada día el tiempo exacto de acostarse para que no le falten sus siete u ocho horas de sueño sin las que afirma no ser persona. Recuerdo con enorme cariño cuando en aquella boda de no hace mucho, preguntó en alto. ¿Seguro que queremos entrar en esa discoteca? ¡Cómo cambian las cosas!

A mi abuelo yo, le encantaba la comida rápida. De Michelín aquellos “baretos” no tenían ni las ruedas del coche del cocinero mientras que ahora, es de los que deja opiniones en todas las plataformas de crítica gastronómica que se encuentran a su alcance. Antes, iba a bar donde ponían los litros de dos en dos mientras que ahora no se sienta en uno de menú de menos de 35€ por que supondría fracasar antes de sentarse a comer.

Jamás salió de casa mi abuelo yo en sus tiempos jóvenes con un paraguas debajo del brazo. Decía que aquello era de pijos, que no le importaba nunca si iba a llover o si hacían 40º. Hoy, mi anciano preferido no sale de casa sin preguntar a su mujer (mi abuela ella) si ha consultado en el teléfono el tiempo que va a hacer.

No imagino a mi abuelo yo siendo joven y pensando en terminar contando a nadie anécdotas de cuando era joven como lo hacía su abuelo sobre la guerra etc… aquello nunca iba a terminar. Hoy, cuando se junta con sus colegas del “sinseso” (dice que es demasiado joven para el imserso), pasan horas contando como tuvieron que acudir los bomberos en alguna ocasión a sacarle de algún recóndito lugar en sus tropelías nocturnas, o, como juntos se bebían hasta el agua de fregar para atreverse a hablar con las hoy jovenzuelas, en aquel momento llamadas tías.

El plato estrella de mi abuelo yo eran los macarrones a proporciones de 500gr de pasta para 500gr de carne picada y tomate de compra…. Hoy mi querido abuelo yo cría sus propios tomates y no prepara ningún plato que no lleve pimiento verde, no es evolución, es calidad.

Dice mi querido abuelo yo, que no hay música como la de antes…. puede que tenga razón. No admite gusto sobre nada que no lleve un buen guitarreo y le cante al amor con tono bronco, pero, sin embargo, me encanta verle caminar por casa tarareando ese reguetón imitando las voces enlatadas que tanto afirma odiar.

Mi abuelo yo no fue al médico hasta los 30 aunque hoy tenga un calendario que le recuerda que alguna semana incluso debe ir dos veces…. Cosas de la edad.

Por último, me encanta verle moverse por las redes sociales. Él dice siempre que en sus tiempos jóvenes no hacían falta esas cosas para socializar, que se salía a la aventura en busca de conocer gente y que eso de contar hasta las veces que uno va al wc en Twitter o Instagram no va con su generación de tíos serios…. Sin embargo, él no es capaz de parar en un semáforo sin ojear en su teléfono si tiene alguna notificación del Face….

Debo confesar que, como el vino, mi abuelo yo ha hecho que la madurez haya mejorado su calidad de vida y que es esencial no perder de vista (como en ocasiones él se menciona a si mismo) lo que uno fue y en lo que se está convirtiendo.  Ser capaces de reconocernos en aquellas “antiguas fotos” es un deber que todos y cada uno de nosotros debemos hacer a diario pues lo que fuimos, es lo que nos ha convertido en lo que somos.

Espero, mis queridos amigos y de forma personal, poder hacer para siempre este ejercicio que os recomiendo hoy, pues tengo dudas sin en la última comida de Navidad, si en las últimas fiestas del pueblo, si en las hogueras de San Antón o en las últimas vacaciones, con quien pude compartir esos ratos agradables era mi abuelo yo, o mi yo abuelo.

El Rollo: zona de bares de Zaragoza en la que los jóvenes salían a relacionarse entre sí en un ambiente lúdico-festivo.
Ir de empalmada: expresión que significa, en español de españa, enlazar dos jornadas sin dormir.
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