El bar del Carlos

La madre del Cordero

29 diciembre 2022

Hemos estado un rato dudando con qué título le podíamos poner a la historia de hoy. Había dos opciones. La que hemos puesto y otra que rezaba “la cena de empresa”. Podríamos haber decidido entre más, pero como todo en el país está tan polarizado, polarizamos también hasta el título de la historia.

En el bar del Carlos (y de la Celia) todos los Félix son bienvenidos. Pero, claro, ocurre como en cualquier otro bar del continente. Si tú vas al bar del Carlos (y de la Celia)  y preguntas por el Félix, tienes dos opciones: o preguntar por el Félix Franco, el de la imprenta; o preguntar por el Félix Maurel, que suele llevar turno de mañana salvo cuando hace horas extras en fiestas de guardar.

El Félix Franco es el que tenía la imprenta. El otro día hubo movimiento por allí porque hicieron unas jornadas los del centro de estudios y bajaron a verla en plan homenaje. La primera imprenta de Híjar, la de los judíos, y la última, la del Félix. El Félix Maurel tiene turno de mañana porque algunas tardes tiene que estar pendientes de los nietos, que son dos. Por parte de nieto está casi emparentado con el Dani que, por cierto, algo debió hacer hace unos meses porque ya ni se recuerda el último día que apareció por aquí entre semana. Ahora hace como el Lucas, y solo viene los fines de semana.

Al grano. El Félix Maurel es un tipo de principios firmes y buen zagal. Además tiene mucha suerte en el juego de la Celia. Ya saben que la Celia lleva semanas organizando una media de rifa cada tres días. Empezó con los perniles, pasó pronto, por aclamación popular, a los corderos, para finalizar con surtidos del Marquesán. El Marquesán es la pastelería, que ya deberíais de conocer.

Bien, pues al Félix le ha tocado ya un pernil y dos medios corderos. Como somos muy cabrones y sabemos de la bondad de los que nos rodean, le estuvimos jodiendo con indirectas hasta que cedió, a los veinte segundos.

  • El martes que viene no os busquéis faena que nos cenamos el medio cordero.

Dicho y hecho. Así que nos juntamos en una especie de cena de empresa los del turno de mañana, los del turno de tarde y los de la jornada partida.


Era muy bonito ver aquello y la Celia se emocionó y todo. Estábamos los jóvenes, que no lo somos, y los viejos, que de todo había. Nos cantamos unas piezas y bebimos chupitos. Cuando la cosa se va al chupito siempre hay alguno que cae antes de tiempo. También estuvo Paco padre, que de vez en cuando sigue la tradición de traer unas viandas para que entre bien la bebida. Sin olvidarme de los Félix, el Capachín, el Butanero y toda la demás tropa.

A los pocos días hubo que repetir la cena para ver a España. Allí ya salió lo peor de cada uno. Ya saben ustedes que lo peor en España son los entrenadores de selección y todos llevamos uno dentro, como si fuese un espíritu de maldad que de cuando en cuando nos corre por las venas. Ah, por cierto, hicieron reunión de matemáticos y cantamos en alemán, que todo lo queréis saber.

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