Gastronomía

La, artículo determinado, femenino singular

4 noviembre 2023

sartenes colgadas

Buenos días, buenas tardes, buenas noches amigas y seguidoras de la gaRceta de la Ribera.

Llevo dándole vueltas desde hace unos días al tema del post de esta quincena. Y curiosamente todos los temas que se me ocurrían comenzaban por La.

Artículo determinado, femenino singular.

La harina, la langosta, la sartén……..

Ya lo tengo, la sartén, ella será la protagonista del siguiente post.

Y me he visto atrapado por ese utensilio.

Las madres, cuando salieron huyendo de sus casas pudieron en ocasiones salvar de sus pertenencias muy pocas cosas. Ropa, joyas…. Pero algo que fue muy recurrente de llevar con ellas fueron los utensilios de cocina, sobre todo ollas y sartenes.

Hace unos años, en uno de mis viajes gastro-estudiantiles. Visite Auschwitz-Birkenau. Y uno de los departamentos que más me impacto fue una gran sala llena de ollas y sartenes. Y más aún la historia que el guía nos contó.

Las madres, cuando salieron huyendo de sus casas pudieron en ocasiones salvar de sus pertenencias muy pocas cosas. Ropa, joyas…. Pero algo que fue muy recurrente de llevar con ellas fueron los utensilios de cocina, sobre todo ollas y sartenes.

Las sartenes en ese momento estaban vacías y frías. Pero en sus cabezas, ellas, las madres y abuelas pensaban que es dura la noche fría, pero más aún la necesidad de comer y no tener un lugar para poder cocinar a los tuyos.

Muchas de ellas nunca volvieron a calentarse. Fueron a parar a ese barracón donde todavía aun hoy se guardan como mudo testimonio de la barbarie.

Es posible que hoy en día muchas sartenes de las madres de la franja de Gaza estén marcando otra sangrienta página de la historia cruel de la humanidad. Esas sartenes no cocinan kosher, cocinan batbout, pero también quedaran frías y vacías por los restos debajo de escombros.

Mismo utensilio, mismo sufrimiento……

Corramos el estúpido velo que enciende la mecha del primer disparo de las guerras.

En español sartén, en español latino americano también se le cambia de género llamándole el sartén, en otros países padilla, paila, paella, poele, wok, tixola….

Y sigamos haciendo homenaje a la sartén.  

Ella no entiende de nacionalidades ni de idiomas. La podemos encontrar en todo el mundo con nombres diferentes.

En español sartén, en español latino americano también se le cambia de género llamándole el sartén, en otros países padilla, paila, paella, poele, wok, tixola….

paella

Es el utensilio culinario más rudimentario. Se cuenta que los primeros humanos que empezaron a usar utensilios las fabricaron con duras maderas, con cascarones de tortugas que resistían el calor próximo del fuego. Más tarde aprendieron a hacerlas de barro, de metales…

Unas planas con mangos largos, otras con asas a los lados, otras más profundas de carmelita que llamaron sartén parisién o parisina. . Muy similares a los calderos que usamos en la ribera para hacer los ranchos.

La sartén se merece el máximo respeto y reconocimiento por todos los rancheros, cocineros, chefs y fooders. Igual te sirve para freír un pedazo de carne o pescado, que para saltear unas verduras, para freír un huevo, para pochar un sofrito, para cocinar una velouté para un pescado, para hacer unas croquetas, para hacerte un revuelto, para freír una hamburguesa, para dorar un Magret de pato, para marcar un Entrecôte, para tostar harina para espesar una salsa, para calentar aceite para un dorado de ajos, para hervir agua para una infusión, para asar unas castañas, para dar a alguien un sartenazo si es que ese alguien se lo merece….

freir pescado en sarten

Cuantas madres habrán quitado el hambre a sus descendientes con tan solo dos patatas y un huevo haciendo una tortilla.

Las hay de acero inoxidable, en Francia les dicen sauteuses, si están recubiertas de teflón son ideales para crêpes, para tortillas…

Si el mango es de metal, puedes recubrir el fondo de la sartén con pasta quebrada salada, extender la masa de un quiche y hornear. Si quieres puedes cubrir con láminas finas bien colocadas de calabacín, berenjena, tomates… y preparar ratatouille, o por qué no, aceite de oliva y freír unas empanadillas de atún y pisto. Hablando de pisto. Un sofrito de pisto manchego con un huevo abierto y dos vasos de vino. Uno para mí, y otro para mi flaca. Que celebra estos días sus 42 otoños.

Y como a ella, a la sartén hay que mimarla. Si es de hierro, lávala, sécala y frótale aceite en la cantidad justa. Si echas mucho el aceite se pone rancio y lo que frías en ella después también sabrá rancio. Si es teflonada y la frotas con estropajo.. Tiene los días contados. Te cargaras el teflón y se pegara antes de que la disfrutes. Si tiene el mango de plástico… faena gorda como la acerques demasiado al fuego. El mango se derrite y huele a frenazo de moto en la carretera.

Si la destemplas se pegaran las crêpes y te desesperarás. Y si fríes huevos… no des golpecitos con la rasera, solo mueve el aceite con la punta de la rasera o los dichosos golpecitos harán que te cargues la sartén.

Parte de la familia de mi abuela les llamaban los pucheros. Porque por lo visto, reparaban pucheros, ollas y sartenes a todas las guisanderas del pueblo. Y su oficio pasó a ser la forma en la que los vecinos del pueblo los llamaban. 

Ahora no valoramos mucho a las sartenes. Podemos comprar otra por cuatro perras en el Carrefour. Pero antes se reparaban, se estañaban, se les reparaban los mangos y los agujeros. Eran los mañosos itinerantes los encargados. La mayoría mestizos, quinquilleros o mercheros. Que en sus largos caminos por España paraban en los pueblos y reparaban esas sartenes duras y eternas.

Parte de la familia de mi abuela les llamaban los pucheros. Porque por lo visto, reparaban pucheros, ollas y sartenes a todas las guisanderas del pueblo. Y su oficio pasó a ser la forma en la que los vecinos del pueblo los llamaban. 

Años después yo no las reparo, al contrario. Las castigo con mis elaboraciones.

Cientos han pasado por mis manos. De todas las marcas, de todos los colores, de todos los grosores y calibres. Y anda que no me quedan todavía por quemar.

Las señoras de la limpieza del restaurante Guetaria de Zaragoza, en mis tiempos mozos me llamaban “el socarrinas”. Porque alguna socarré mientras me despistaba con alguna cosica de aprendiz.

Hay un sitio en Zaragoza que basa el apartado más importante de su carta en estos utensilios. Se llama El Balcón del Tubo y prepara dos sartenes contundentes repletas de carnes y pescados para compartir.

En las sillas de montar de los vaqueros del lejano oeste también solían colgar sartenes de hierro viejas que ponían a la lumbre de las hogueras cuando cocinaban lo que cazaban mientras tocaban una vieja armónica o un arpa de boca. Los pastores de la ribera también llevaban sartenes en el zurrón para fundir un trozo de grasa de los riñones del cordero y preparase sus migas…

Hay sartén, sartén… 

Larga vida a la sartén.

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