Fila 13, Asiento 79
Gloria al verano
25 junio 2022
El otro día, de casualidad saltó en mi lista de reproducción de una conocida red social para compartir videos, un anuncio de una cerveza argentina sobre el verano; Gloria al Verano se llama dicho comercial, muy recomendable. Nos habla, dicho anuncio de las bondades del verano, y eso he venido a hablar yo aquí hoy, de las bondades de nuestros veranos.
En mi pueblo, el verano empieza cuando acaban las fiestas de San Antonio, y termina con las fiestas de septiembre, sí, es más corto que el estacional, es nuestro verano, y como en todo, cada uno tendrá sus recuerdos o anécdotas de cómo eran esos veranos, pero seguro que todos coincidimos en lo magníficos que eran.
Lo primero era la sensación de alivio de un nuevo curso terminado, con todo un verano por delante para disfrutar, estar con los amigos y divisar a lo lejos un septiembre que al empezar con las fiestas nos parecía lejano y bondadoso. Yo establecía mi campamento base en casa de mi abuela, y con la bicicleta de carreras “Moncayo” como medio de transporte para moverme por los diferentes lugares de nuestro pueblo.
También hacía mucho calor, como ahora, pero en las horas centrales no se salía de casa hasta que no acababa el capítulo de la serie que ponían después del telediario; recuerdo unas cuantas, de esos veranos, El Coche Fantástico, El Gran Héroe Americano, el Halcón Callejero o la archiconocida Verano Azul, con su mítico el capítulo de “Telerriba”. Cuando acababa el episodio diario ya era hora de ir a la piscina.
Camino de la piscina, una de las creencias al bajar la cuesta del cole era que, si la acequia llevaba mucha agua, el agua de la piscina iba a estar fría ese día, y si la acequia bajaba vacía, el agua iba a estar más caliente, no recuerdo si se cumplía, pero si el ir pendiente de ello todos los días, también esa acequia era un coladero perfecto para aquellos que preferían guardarse el dinero de las entradas para otra cosa. Una vez dentro había que elegir lugar, contra más mayor te hacías más te alejabas del agua, buscando la zona más discreta, el primer día era importante ya que elegías el sitio para todo el verano. Para mí ir tan lejos del agua era una faena, ya que al ser miope y tener que ir al agua sin las gafas podía perder a mis amigos en el camino y terminar bañándome con otra cuadrilla diferente durante un buen rato sin darme cuenta. Si en esa época no te saludaba al ir o salir del agua no me lo tengas en cuenta, no era yo, era mi miopía.
En aquellos años se llevaban en nuestra piscina los porrones de cristal y los ceniceros de cerámica repartidos por el césped; aunque se podían utilizar para lo contrario, la cerveza al cenicero y las colillas al porrón, con el consiguiente enfado del camarero del bar. Otra imagen de esa época es la de las bicicletas apiladas en la entrada de la piscina, que difícil era a veces encontrar la tuya si te tenías que ir pronto, en esa época muchas motoretas o californias. Llevábamos bocadillo para la merienda y 100 pelas para el helado de postre, mi favorito era el Mikolapiz o el Drácula, y cruzabas los dedos para que te tocara el mikopremio y poder comerte otro.
Las noches eran de parques, bien el parque viejo para echar maravillosos partidos nocturnos, o ya de un poco más mayores al parque “flores” que tan de moda se puso durante esa época; aunque la moda fue que a las chicas les empezó a gustar ir allí y allí que terminamos todos cuando nos empezaron a importar más las chicas que los partidos nocturnos. Cada cuadrilla tenía su banco, y era rutina llegar con la bici o la moto y dar la vuelta al parque para ver quien había allí cada noche, aunque creo que siempre éramos los mismos.
Recuerdo esos veranos como tiempo de risas, de aventuras, de amigos, de tranquilidad, esa sensación que se tiene cuando te despiertas en vacaciones y nada te perturba, nada te preocupa. Recuerdo esos veranos por los polos de leche de mi abuela, los viajes a Benidorm con el Simca, los desamores de verano (si si, nunca tuve un amor de verano), las fiestas de los pueblos, las puertas abiertas y las calles llenas. La época más importante a ciertas edades y que aún se despierta en nosotros cuando hoy llegan los primeros calores y los días alargan.
Así que como dice el anuncio, Gloria al verano.
Música: Gloria de Umberto Tozzi.
Bajo la foto principal y si pulsas sobre el play descubrirás el anuncio televisivo argentino responsable del texto que acabas de leer.