Fila 13, Asiento 79

Furius Baco

26 mayo 2022

Mi amigo David me dijo un día que: “la vida es muy corta para beber vino malo”, y desde ese momento decidimos que solo beberíamos vino bueno. Mi amigo, suele acertar bastante cuando me regala ese tipo de sentencias, es un sabio de nuestro tiempo. Una vez salvo nuestras vidas gracias a un silbato que coge siempre que vamos a andar; un jabalí nos sorprendió andando por la ribera del Ebro en Torres, y en una hábil maniobra de distracción, y tras un silencio en el que solo se oían los latidos de nuestros corazones acompasados con la salvaje respiración de la bestia, David pito tan fuerte que el jabalí salió corriendo asustado ante el estruendo montado por mi amigo. 

Creo que nuestros amigos son como el vino, nos vamos quedando con los buenos conforme pasa el tiempo, y además mejoran con el paso de los años. 

La verdad es que no tenemos ni idea de vino, justo nos viene para conocer alguna denominación o tipo de uva, casi diría yo que casi nos conformamos con diferenciar el tinto del blanco, pero nos gusta hacernos los expertos, abrir la botella con fastuosa ceremonia, verter el vino en la copa como un profesional, olerlo como si supiéramos diferenciar los distintos aromas y pegar el primer y corto trago para evaluar el caldo. Nos miramos, y con gesto de afirmación nos damos permiso para dar un trago más largo. Mola mucho porque por dentro sabemos que no tenemos ni idea de vino, pero intentamos que a los ojos de nuestros amigos no se note, y solo por eso para mí, mis amigos son unos grandes expertos en vino. Todo vuelve a la normalidad cuando uno de nosotros suelta un “pues está bueno”. 

Últimamente nos gusta encontrar vinos de pequeñas viñas o bodegas, pagos, palabra que proviene del latín “pagus” y cuyo significado es “territorio pequeño y periférico rural de una localidad con particulares condiciones ecológicas”. Como nos tira la tierra, los de Pago de Ayles son nuestros favoritos y nos sentimos unos grandes entendidos cada vez que descorchamos una de sus botellas. 

Foto cedida por Bodegas Osca

En el momento de la verdad a cada uno le gusta un tipo de vino diferente, y yo creo que tiene que ver con nuestra forma de ser. El que viene de fuera se decanta por los vinos del Somontano, como si de su propia bodega fueran; otro de mis amigos se decanta por grandes vinos de zonas especiales y difíciles de encontrar, igualitos que él. Tenemos también el que prefiere vinos suaves y frescos, concretamente una  variedad de vino blanco impronunciable que todavía no he conseguido decir correctamente. También está el que después de toda esta parafernalia, con un vino del super, una limonada marca blanca, limones y hielo picado con sus nudillos nos prepara el mejor tinto de verano del mundo.

Estoy cogiendo ya la costumbre de terminar mis textos con un consejo, no quiero resultar arrogante, pero creo que se va a quedar para siempre en mis escritos, y este no va a ser menos, así que compren una buena botella de vino y ábranla con sus amigos, porque como dice mi amigo David, “la vida es muy corta para beber vino malo”.

Foto de Yusuf sinan para Pexels
Música:
. Vino tinto, de Estopa
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