El Bohío Caraqueño

El anillo

26 agosto 2022

Las cervezas más frías de las tres parroquias, estaban en el bar chino del edificio Carabobo. Se hallaba en un cruce de caminos entre San José, La Candelaria y Altagracia. Además, el encanto de la tarima era otra particularidad de este recoveco. Todos los martes, miércoles y jueves  el chino Yon, un escaparate de 1’90m de altura y 120 kilogramos de peso, dueño y administrador, amenizaba personalmente la velada a partir de las 9 de la oscuridad,  con un repertorio alternativo de géneros que abarcaban los años 60, 70 y 80. Los lunes Yon, al igual que los zapateros y las putas, seguía la rima de Francisca, yendo ¨a correr por el monte, los caminos y los pastos¨, eso sí, cada  martes mutaba en Camilo Sesto, el miércoles, emergía Julio Jaramillo, pero ese era el jueves del grupo ABBA, y el chino aprovechaba para soltarse el moño.   

    En aquel entonces, me encadenaban largas y tediosas jornadas de cansancio y sudor, en mis treguas, buscaba calle como un salvaje. Al toparme con ese cruce de caminos, no en pocas ocasiones, sentía un hondo respiro, y al abrir las puertas del bar, escuchar el crujir de la madera, como la entonación de un sutil cántico, el rompimiento súbito con el ruido, esa sensación de penetrar en una cavidad profunda, para descubrir en las paredes rojas, un sinfín de dragones azules y amarillos escupiendo fuego. Es que todo se revelaba ante mis ojos como un breve acto de opera china, un acercamiento al tantrismo, y con el agregado de tener las cervezas más frías de las tres parroquias.

Grupo ABBA

      Esa, fue una noche que no se olvida, porque mientras al chino se le había metido el espíritu de Frida, allí estaba yo junto a un viejo, amigo, Itagmalk Guedexz del Castillo compartiendo a la mesa, ya sabía que esas pláticas sobre política y esoterismo se alargarían hasta ver salir el sol. Pero, abruptamente, Antes de la medianoche, se abrió la puerta y un humo negro perturbó el entorno, se acallaron algarabías, risas y gritos de los presentes, y en fracciones de segundos lo entendimos todo, absolutamente todo, era claro que se avecinaba un chubasco aislado. Un par de sujetos con miradas de leviatán triple seis y portando armas de fuego, se pasearon amenazantes a lo largo del local. Y por sorprendente que parezca, mientras estas apariciones cortaban el aire e insuflaban los temores, ese chino del coño no se daba por enterado y lo único que se escuchaba en el ambiente era su Chiquitita dime por qué.

     En pleno apoteosis, lo mejor estaba por pasar, de improvisto, uno de los individuos, el más joven, se acercó y con la mirada brillante de un niño, me saludó con sincero afecto , luego se sentó a compartir nuestra mesa, aún así y a pesar de mi esfuerzo, no recordaba su rostro, pero nos contó con lujo de detalles, dónde, cuándo y cómo nos conocimos,  mientras lo escuchaba, afloraron en mi memoria, aquellas imágenes del reformatorio juvenil en el cual fungí  de maestro por un breve espacio de tiempo, nuestro insólito invitado recordó, que la primera noche que lo trasladaron a ese lúgubre recinto, se debatía entre la ansiedad, la incertidumbre y el temor a la represión policial, sin embargo, cuando mis manos le acercaron ¨La isla del tesoro¨ de Robert Louis Stevenson,  este gesto sorpresivo, lo apreció como una Mista*, al punto de leerse la obra en sus primeras tres noches de aislamiento obligatorio.

    A esas alturas, ya la velada había recobrado su sentido festivo, el chino aún inspirado interpretaba Dancing Queen. Entre tanto, en nuestra mesa, se abría un baúl, con los más excelsos tesoros del espíritu humano.  Inexplicablemente, Itagmalk le pidió al joven que abriera la palma de su mano izquierda, allí posó su anillo. Entonces, cundió un silencio embarazoso, el muchacho sorprendido se fue en llanto, tal vez avergonzado o adolorido, mi enigmático amigo le advirtió que el anillo buscaría la forma de regresar a su dueño. En suma, no recuerdo la despedida, pero nunca después de tantos años, a pesar de quedarme con una bolsa de preguntas, he sentido la curiosidad de indagar acerca del destino del anillo, en realidad, no me interesa su paradero, prefiero pensar que la magistral prosa de Stevenson lo enterró entre el botín, en aquella isla del tesoro.

*La Mista, es un cuento que forma parte del libro "Cuentos Grotescos" de José Rafael Pocaterra. 1922. Trata sobre las ilusiones de un maestro de escuela desempleado en condiciones miserables de vida.

Música
Vivir así es morir de amor, Camilo Sesto
Nuestro Juramento, Julio Jaramillo
Chiquitita, ABBA
Dancing Queen, ABBA.
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