Poesía
Una rosa para un cisne
21 agosto 2021

Qué mejor regalo
en una mañana de verano
que ofrecer a un cisne
una blanda y delicada rosa
que con su fragancia, acuna el agua.
Las aguas de los lagos
no salpiquemos con turbias
y borrosas pinceladas.
La inocencia de un cisne blanco
no ultrajemos con una rosa
que está presta a marchitar.
Otros cisnes hay, que desde la prudente lejanía
Se enamoran de la rosa de seda,
de las sedas rosas que envuelven
los cuerpos de Deidades del agua.
Son cisnes bellos, frágiles como
sueños recién dormidos al calor
de la ardiente llama que por agotamiento
extingue la esperanza.
Las aguas de los lagos
no tiñamos con la basura que
Arrastran nuestras lágrimas.
No rompamos el tierno corazón
de un cisne negro con sedas
que a punto están de rasgarse
en mil jirones como deslucidos arcoíris.
Otros cisnes hay que,
desde una cálida cercanía
desean tomar la piel de una bella mujer,
la misma que regala rosas a los cisnes
en una prometedora mañana de verano.
No engañemos a los cisnes
con falsas lisonjas o espejismos
de sucio y fangoso barro.
Como bellas criaturas que son
a los cisnes respetemos,
del país de las perlas, recién llegados
para en una dura y rígida tierra, quedarse.
Del lago azul, tan sólo tienen ayuda,
del lago de aguas cristalinas, del lago
de aguas iridiscentes como aguamarina.
No contaminemos sus lagos
con pies derrotados y cansados
por el polvo de la tierra.
Rosas muertas no les regalemos
sombras en sus mañanas soleadas, no pintemos
no mancillemos el dorado verano de los cisnes
que por derecho propio, les pertenece.
¡Se lo han ganado!
¡Que sea fresca! ¡Que sea de verdad!
si una rosa les regalamos.
Si mañana se marchita, ellos, los cisnes
ya no lo recordarán…
Tan sólo, el perfume de sus hermosos pétalos.
¿Acaso, no se lo merecen?