Pintura

Los Soyer

14 mayo 2023

Cuando el otro día escribía el artículo, reseña, podcast o lo que sea, sobre la glamurosa Tamara de Lempicka no podía dejar de comparar su vida y su obra con otro u otros, ahora me explicaré, pintor que coincide con ella en:

  • El año de nacimiento 1899 frente a 1898.
  • Lugar de nacimiento, Rusia.
  • Ascendencia judía.
  • Emigrantes a Estados Unidos.

Estoy hablando de los hermanos gemelos Raphael y Moses Schoar de los que estoy casi seguro nunca has oído hablar. Quizás te sean más conocidos con el apellido que su familia adquirió cuando en 1912 huyendo de la Rusia zarista emigraron a Estados Unidos, Raphael y Moses Soyer.
La familia Soyer, matrimonio y seis hijos, se afincaron en Nueva York y más concretamente en el Bronx, barrio en el que residieron toda su vida. Tanto el matrimonio como su hijo Raphael.

Ésta podría ser la biografía de los Soyer, sin más historias, como la de tantos emigrantes, si no hubiese sido por la pintura.

Ahora entenderás el por qué me acordaba de ellos al escribir sobre Lempicka, aunque las discrepancias van más allá de la imagen que nos transmiten los Soyer apoyados en una de esas altísimas e incomodas mesas de comedor, que junto con el aparador sobre el que reposan dos portarretratos eran el mobiliario más caro de la vivienda. Eso sí, con luz eléctrica a juzgar por el enchufe en la pared.

Pero sigamos nuestra historia. Los gemelos, ambos, destacaban por su facilidad para la pintura al igual que un tercer hermano algo menor (1904), Isaac.
El padre de la familia daba mucha importancia al desarrollo personal de sus hijos, por lo que los inscribió en varios centros de arte que pudiese cubrir con sus posibilidades. El hombre pensó que los tres hermanos, pero en especial los gemelos, podrían influenciarse en exceso en el desarrollo de sus estilos pictóricos, tendiendo a imitar al hermano con personalidad más marcada, por lo que cada hermano se formó en unos centros diferentes.

Me voy a referir a Raphael, una de mis referencias pictóricas.

Comprometido con la clase social más humilde toda su vida, comenzó desarrollando distintos trabajos, entre ellos el de profesor de dibujo, realizando su pintura en sus horas libres.
Cuando terminó su educación académica dijo “Ahora tengo que dedicar otros tantos años a olvidar lo que he aprendido”.

Adscrito al grupo “Escuela de la Calle Catorce” realizó una pintura realista, empeñada en mostrar las diferencias sociales, lo que se denominó Realismo Social Americano. No nos quitemos de la cabeza que en ese momento estaba sucediendo la gran depresión.
Toda su obra se centra en el realismo, despotricando de la abstracción que en aquellos años se puso de moda, como se puede ver en “Chicas de oficina”.

Los oficios “normales” fueron profusamente tratados por Raphael como esta “Modista” que bien podría llamarse “Ester en su tienda” -esto es un guiño personal a una buena amiga- temática que, aunque ahora nos parezca normal no lo era tanto en los años 30.

A mí personalmente me encanta el tratamiento pictórico de sus desnudos. Mujeres normales, en su ambiente, con gestos y posturas cotidianas, que permiten ver o adivinar como es su vida, como lo hace “Cynthia” de 1971 mostrándonos su escueto guardarropas tendido encima de su cama. Pero por favor ampliar la imagen y contemplar la riqueza cromática de su cuerpo. Toda una lección de tratamiento del color, armónico, sin estridencias y sin atisbo alguno de amaneramiento. Cromatismo limpio, limpísimo. Y ya paro.

Raphael Soyer no solo triunfó con su pintura, sino que fue reconocido y admirado por todos los pintores de su época con los que mantuvo una extraordinaria relación, cosa poco frecuente entre artistas donde el dios Ego tiene su Imperio.

De 1940 es “Una sala de espera del ferrocarril” que se encuentra en la National Gallery, una obra que contiene dos temas recurrentes de Raphel Soyer, gente esperando y ambientes urbanos.

Pintaba grupos de figuras “disociadas unas de otras incluso cuando están pintadas juntas”, según el mismo describía. Esta escena capta los estados de ánimo de un conjunto de viajeros en la estación de la calle 125 en Harlem mientras esperan los trenes que los llevarán al Bronx, New Haven o cualquier otro destino.
Un hombre con un traje marrón mata el aburrimiento absorto en su periódico. Una mujer sentada en primer plano con un gorro de ganchillo rojo brillante se apoya en otro noticiero que ha sido desdoblado y doblado varias veces, mirándolo como si contuviese lo que buscaba, pero no ha sido capaz de encontrar y se resignará a una tediosa espera. Otros viajeros fuman, bostezan o simplemente se pierden en sus pensamientos.

El artista nos transmite la monotonía de la espera, y quizás de sus vidas, empleando recursos formales al repetir los colores y con la machacona uniformidad de los cuadrados del friso de madera, así como la repetición de las líneas verticales de la pared. Estos elementos recurrentes hacen eco de las cuatro figuras en el banco de primer término, cuyas espaldas se desploman una tras otra en una serie de líneas curvas paralelas.

A Railroad Station Waiting Room” ganó en 1943 un premio y una medalla en la Decimoctava Exposición Bienal de la Gallery of Art, premios que fueron entregados personalmente por la Primera Dama Eleanor Roosevelt quien dijo al artista: “Sentí como si estuviera pasando por esa sala de espera, lo que he hecho tantas veces, y mirando a la gente yo misma”.
Raphael Soyer murió en el Bronx en 1987 con casi 88 años.

Los otros hermanos quedan en pendiente.

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