La rubia de la ribera

La Tía Herminia

28 febrero 2023

Os voy a contar pinceladas de la historia que posiblemente sea la de muchas mujeres del mundo pero ésta es la de una mujer de la Ribera una mujer nuestra, ribereña…

Hija, hermana, prima, esposa, tía, madre adoptiva, amiga y vecina. Trapalera sin descanso, buscándose la vida para ganar algunas perras.

Yo he sido «fan» suya aunque creo que nunca se lo dije.
Imagino que también tendría sus detractores, esto pasa con esas personalidades tan fuertes. Aunque a pequeña escala ella se movía por su pueblo y alrededores así que quiero creer que tenía más admiradores que críticos.
Se buscaba la vida para ella, pero también para los demás.
Me hubiera gustado investigar más sobre su vida.

Os voy a contar un poco por encima su trayectoria.

Era peluquera ya de soltera, no sé si lo estudió o era autodidacta, y cuando se casó siguió peinando, sobre todo a las mujeres del pueblo.

Enviudó muy joven y al no tener hijos, no le quedó otra que seguir con sus peines, tijeras, tintes y rulos.

Era hermana, hija y tía de 10, por eso en su casa siempre estaban los sobrinos correteando de aquí para allá.
Tanto es así que un hijo de su hermana se quedó a vivir con ella.

Cómo siempre tenía la puerta de su casa abierta, la peluquería la tenía allí. Se encargaba de repartir piezas de zapatos de cuero para que las mujeres del pueblo los confeccionaran y pudiera entrar en sus casas algún dinero extra.
Estaba siempre con sus peines o dediletas de cuero para no jorobarse los dedos. Su casa tenía un olor especial, olía a permanente y a cuero a partes iguales.

Recuerdo alguna amenaza de mi madre ¡Cómo no estudies llamo a la Herminia y te pongo a coser zapatos!!!!

Por lo visto el trabajo era costoso aunque ella hacía hatos y hatos.

Cuando mi hermana estudió peluquería fue el primer sitio en el que se puso a trabajar y junto a su sobrina de Alagón atrajeron generaciones más jóvenes, logrando bajar la media de edad de la clientela.

Cuando se enteró que yo «arreglaba» los pies, o sea quitaba durezas y callos, me contrató. Ella se encargaba de buscarme los clientes y yo le hacía los pies. Aunque le dijera q no mil veces siempre me daba una propina. — Pa la chica, pa la chica — decía…

Le daban mucha guerra los pies, los tenía planos y muy grandes!!!
La última vez que la vi iba arrastrando con ellos una caja llena de ropa de cama, con los 90 ya cumplidos.

Me reprochó con socarronería que no le hubiera alquilado el piso a ella jijij! Genio y figura hasta la sepultura!!!

Estos párrafos son un homenaje no solo a mi tía Herminia sino a tantas Herminias que tenemos cerca.

Me hubiera gustado poder despedirme de ella aunque me alivia pensar que siempre estará en mi recuerdo.
El recuerdo de una mujer que se hizo a sí misma, en un entorno rural y a veces hostil, con un par de ovarios!!!

HASTA SIEMPRE HERMINIA!!!

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