Son las doce y pico de la madrugada. Nina Simone canta Just for bayby dont car, estoy comiendo un arroz con leche tradicional de Hacendado y tengo dudas en mi perorata de hoy.
Hablaría del lenguaje y sus posibilidades. Vale decir la gran diferencia en las formas del español y la poca cancha que se nos da a los aragonensis. A saber, sale un locutor canario en el telediario diciendo muyayo, la guagua y tal y babeamos. Saldría yo con mi lenguaje duro de Remoulans y me dirían ¿pero dónde va Paco Martínez Soria? Y bien.
Pero yo querría hablar del llanto.
En casa somos bastante llorones. Pero yo un día leí ( soy un tipo bastante leído para la media de la Riviere) que el llanto como tal era una cosa que se habían inventado los franceses. Y eso me hizo dudar y dejar de llorar por una buena temporada.
Hasta que decidí volver a las andadas. Debería decir volver a las lloradas. A la llorería.
El otro día, un amigo me lloró. Me lloró por su hijo. Con cierta amargura. No sin antes aclararme, vaya mierda por la que lloro.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Más información