Mitología
Hesíodo y su obra
11 mayo 2023

Comenzamos esta nueva tanda de artículos sobre mitología con otro reconocido poeta de la antigüedad griega, junto con Homero, como padres y maestros de la civilización helénica. A lo largo de varios artículos iremos ampliando diferentes episodios que nos permitirán conocer con mayor profundidad la mitología de un mundo que nos precedió y del que somos sus herederos.
1. Biografía de Hesíodo, entorno familiar y leyendas.
Hesíodo (Ἡσίοδος) es el nombre del otro gran poeta de la antigua Grecia. Su nacimiento oscila entre los años 750 y 700 a. C. En sus obras nos relata su biografía, salvo el dato de su muerte, que nos lo indica Aristóteles. Hesíodo procedía de una familia cuyo padre se dedicaba al comercio marítimo. Precisamente la búsqueda de riqueza le hizo abandonar su tierra natal, Beocia, y dirigirse a la ciudad de Cumas, en la Magna Grecia (al sur de la península italiana) con su esposa. Pero, al parecer, los negocios no le fueron tan bien como esperaba y se arruinó, por lo que la familia debió regresar a la región oriunda y comenzar de nuevo, arando un pequeño lote de tierra que le concedieron y sobre la que apacentaba un minúsculo número de reses de ganado menor para asegurar su subsistencia. Al joven matrimonio pronto le llegaron los hijos: Hesíodo y Perses, que también siguieron la huella de su padre y continuaron con la labor agropecuaria.
Ya adolescentes, los hermanos Hesíodo y Perses discutieron por la herencia. Al parecer, este último dilapidó la parte que le correspondía y reclamó a Hesíodo la que este conservaba. Hesíodo recurrió a la justicia, pero el tribunal falló a favor de Perses y nuestro poeta tuvo que compartir injustamente la parte que le había tocado. Pero Perses era insaciable y en una segunda ocasión volvió a gastarlo todo y, cuando su situación se tornó efímera, recurrió a su hermano para que le ayudara, en este caso bajo la conminación de que, si no lo hacía “motu proprio”, volvería a recurrir al tribunal. Pero en esta ocasión, era lógico que Hesíodo no hiciera caso de las amenazas y se negara a socorrerlo. Nada sabemos del nuevo fallo del tribunal, ni tampoco si Perses cumplió su amenaza. Pero lo cierto es que la relación fraterna quedó anulada, si bien puede decirse que ya lo estaba con anterioridad.
Respecto de su vocación por la poesía, él mismo nos cuenta como ocurrió: se le aparecieron las musas mientras pastoreaba sus ovejas en el monte Helicón. Entonces decidió ir a Calcis para asistir a unos juegos funerarios en los que participó en un certamen de poesía que ganó, obteniendo un trípode de tres asas como premio, que regaló a las musas del Helicón como donativo por haber recibido el don de la poesía, procedente del contacto de la persona elegida con la divinidad. Otros autores señalan que en dicho certamen compitió con Homero, y que venció a este porque, a juicio del jurado, mientras Homero cantaba a la guerra (πόλεμος: ‘polemós’), Hesíodo lo hacía a la paz (ειρήνη: ‘eirené’). Pero no tenemos datos objetivos para asegurarlo.
Hesíodo morirá en Ascra y, siguiendo la costumbre los griegos protohistóricos, fue incinerado. Pero la localidad donde estaba enterrado fue atacada y arrasada por los enemigos, y los habitantes que sobrevivieron, para que las cenizas del poeta no fueran profanadas, las llevaron a la ciudad de Orcómeno y las depositaron en el ágora o plaza pública más importante junto a las de Minias, el héroe de dicha localidad. Sin embargo, sobre la muerte de Hesíodo se crearon varias leyendas: en una de ellas, Hesíodo, al parecer, recibió un oráculo de la divinidad para que evitara el tránsito por la ciudad de Nemea, porque le auguraba malos presagios. El poeta siguió la predicción y llegó a Énoe, en la Lócrida-Ozolia, pero allí tuvo la mala suerte de verse envuelto en el caso de un mesonero que había seducido a la hija de su huésped. Hesíodo, huésped, declaró a favor del hospedero y encubrió su delito, por lo que fue odiado por los hermanos de la víctima, que se vengaron atrayendo al poeta al santuario de Zeux en Nemea. Allí lo mataron junto a su sirviente, y arrojaron los restos de ambos al mar. Los delfines cogieron su cuerpo y lo depositaron en Rión (junto a Molicria, en el golfo de Corinto). Los habitantes de Locria, enojados por la asechanza y muerte que sufrió el gran poeta en su ciudad, vengaron la acción y asesinaron a los verdugos, y después sepultaron a Hesíodo en un lugar secreto, en Naupacto, para evitar que los habitantes de Orcómeno se llevaran su cuerpo, pues deseaban tener los restos del poeta, que era ya venerado. Otros autores señalan que los asesinos de Hesíodo huyeron en un barco a través del mar, pero Zeus, furioso, los fulminó con un rayo como consecuencia de la tempestad que el dios había provocado por la malicia de aquellos.
2. Producción literaria
Al igual que le sucedió a Homero, desde el siglo VI a. C. sus obras constituyen la base del estudio de los niños en Grecia. Su mérito consiste en escribir la mitología transmitida oralmente, de forma que será el referente de todos aquellos mitógrafos posteriores.
Aunque se le atribuyen una gran cantidad de obras, de la que solamente quedan fragmentos, hay dos que se conservan completas: la Teogonía ((Θεογονία –Theogonía-: “el origen de los dioses”) y Los trabajos y los días (Ἔργα καὶ Ἡμέραι – Erga kai Hemerai: “los trabajos y los días”).
2.1 Teogonía
Es un gran poema sobre el origen del cosmos y del linaje de las divinidades que complementa los grandes poemas homéricos. Tiene varias partes: una introducción o proemio en el que destaca un himno dedicado a las musas del monte Helicón y otro a las del Olimpo, y concluye con una imprecación a la divinidad; una cosmogonía en la que evoca la creación del mundo por los dioses y de los primeros seres con rasgos humanos, que constituyen la primera generación, pero que el poeta llega a describir hasta cuatro generaciones de dioses, concluyendo con un catálogo de héroes.

Inicialmente, Hesíodo coloca a Caos (Χάος: ‘hendidura’, ‘resquicio” o ‘bostezo’ entre el cielo y la tierra. Es el abismo deforme, imperfecto, sin orden y tenebroso, preexistente a la creación del mundo. Como divinidad no tiene representación antropográfica ni culto religioso). Constituye el origen primitivo del universo, aunque no puede considerarse como padre y generador de los dioses; a Gea (Γαῖα: ‘la tierra’), madre de todos los dioses y de los seres vivientes, la diosa madre, nutricia (‘de gran pecho’). Sin mediar relación con Caos, engendró a Urano; y Eros (Ἔρως: Cupido o el amor): es la divinidad responsable de la atracción sexual y de la satisfacción de la pasión (por eso se denomina también Ἐλευθερεύς: eleutherios: ‘liberador’; curiosamente el mismo adjetivo se utiliza también con Dioniso, el dios del placer, la fiesta y del vino. Pero Eros representa también el amor como don de la fertilidad y de la procreación. Con esta tríada, Hesíodo consigue enlazar el universo, la tierra, la naturaleza, la vida y los seres humanos con las divinidades. Entre los tres dioses debe reinar la armonía y la paz. Para ello, debe gestionarse el caos y buscar y conseguir los equilibrios y la justicia para que la paz y la armonía sean lo más duraderas y estables posibles.
Estos tres dioses (Caos, Gea y Eros) constituyen la primera generación de las divinidades helénicas. Una vez que Urano ha sido engendrado por Gea, la relación entre él y su madre dará origen a la segunda generación. La forman los titanes, los cíclopes y los hecatonquiros, llamados uránidas o hijos de Urano (Ουρανιδαι). Los titanes (Τιτᾶνες) eran una raza poderosa de seres hercúleos cuya fuerza convertirá a uno de ellos, Crono (Κρόνος) en rey que destronará a su padre; los cíclopes (Κύκλωπες) eran gigantes enormes con la particularidad de que tenían un ojo en la frente (ya vimos la aventura de Odiseo con el cíclope Polifemo, aunque Homero los hace descender de Posidón, algo que ratificará el poeta trágico Eurípides); finalmente, los hecatonquiros, hecatónqueros o centimanos (Ἑκατόνταχειρας: Hecatonta –‘cien’ – y keiras – ‘manos’-) eran gigantes que tenían cien brazos y cincuenta cabezas. Tendremos ocasión de dedicarnos a ellos en el próximo artículo.