Pintura
El hada verde
24 enero 2022
Lleva su mejor vestido, aunque en realidad solo ella sabe que es el único, bueno quizás lo sepa su compañero aunque duda que a él le importe.
Está donde todas las tardes desde hace tiempo, rodeada de la misma gente.
Al principio le divertía.
Reunirse en el Café Nueva Atenas con los pintores, escritores y agitadores intelectuales de la bulliciosa París ¡Ja! Pero ya hace mucho se dio cuenta de que a pesar de ir acompañada estaba a solas con su absenta.
Su hombre no le dice ya nada, pero ella sabe que es lo único que tiene. Bendice el entumecimiento mental que le produce ese liquido verde y el sopor en que cae, eso le permite sobrellevar otra tarde y ausentarse de la vida, de su vida, caer en un sueño que le transporta hasta la mañana siguiente, que le aleja de la intelectualidad de París que nunca les aceptó como parte, aunque él no se resigna. Aún espera, mientras toma café, debatir su último poema con alguien, aún piensa que tiene algo que decir y sobre todo que alguien le escuchará. Porque en este cuadro de Degas hay tres protagonistas, la pareja y la principal, la absenta.
La absenta fue la bebida de moda entre la bohemia parisina de la época, hasta tal punto que los cafés anunciaban a partir de las cinco de la tarde “La hora verde” en honor al color de esa anisada bebida, producía tal grado de alucinaciones, en parte debido a sus setenta grados de alcohol, que fue prohibida en numerosos países. Por cierto en España aún se puede comprar.
Sobre ella decía Oscar Wilde «Después del primer trago uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, se ven cosas que no existen y finalmente, se acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo peor de todo».
Pudiera parecer que Degas supo captar en este óleo un estado anímico de algo que vio en el café y nada más lejos, si óleo que este artista misógino y malhumorado solo comenzó a utilizar el pastel cuando empezó a perder vista.
Aunque sin duda inspirado por una escena vivida, para el cuadro utilizó como modelos a dos amigos suyos y es más, es casi seguro que posaron por separados.
Ella es Ellen Andrée actriz muy conocida en la época y que la podemos volver a ver como modelo en el cuadro de “El café” de Manet -es la mujer de la izquierda- en varios cuadros de Renoir y en otro de Gervex que dio mucho que hablar, “La Rolla”.
Mientras que él, Marcellin Desboutins fue un pintor y reconocido grabador. Amigo de Degas, Manet y Émile Zola.
Vamos a hacer el análisis pictórico del cuadro, porque es justamente esa preparación y falta de improvisación lo que hace que parezca tan espontáneo.
Los protagonistas se encuentran descentrados, desplazados hacia la derecha mientras que en la izquierda se crea un gran espacio con las mesas entrando en diagonal lo que hace que los personajes parezcan más aislados. Una primera mesa, trazada con un forzado picado, donde está la firma del autor, invita a que el espectador tenga un punto de referencia para entrar en el cuadro.
El color, todo en ocres y tierras, añade melancolía al cuadro. Únicamente destaca en amarillo el vestido como recuerdo de tiempos mejores.
El reflejo de las cabezas en el espejo el pintor las trata como unas sombras, añadiendo soledad a la escena.
Pero lo más destacable, las expresiones. Ahí no hay análisis formal que valga es el producto de un genio de la pintura. Esas son las “pequeñas“ cosas que diferencian a un artista de un pintor. Esas son las cosas que hacen que yo cada día escriba más de pintura y pinte menos. ¡Qué cochina es la envidia!
Miremos el cuadro y escuchemos de fondo a Jacques Brel en esa oda al dolor, al abandono, a la desesperación.
Una canción triste como la tristeza misma: “Ne me quitte pas” creo que es consonante con el cuadro de hoy.
Ne me quitte pas
Il faut oublier
Tout peut s’oublier
No me dejes
Debemos olvidar
Todo puede ser olvidado