Relatos
Diminuto
1 abril 2021
¡Qué contrariedad! El televisor había dejado de funcionar. Precisamente ahora que acababa de engancharme a una de esas series que ofrecen las nuevas plataformas digitales. Me la habían recomendado y no dudé en contratar el paquete Premium Plus, que ofrecía además de contenido extra, la posibilidad de conectarse en hasta cuatro dispositivos al mismo tiempo y calidad en “hipermega alta definición”, que no sabía qué significaba pero la quería, no fuera que luego el vecino marisabidillo me fuera a refrotar que su paquete era mucho mayor. Me refiero al paquete televisivo, entiéndaseme.
Una vez en el centro comercial el dependiente se dispuso a ofrecerme una variada cantidad de teles de todos los tipos, con no sé cuantas K, inteligentes, curvas, con LED, wifi, etc. Desconecté de la explicación casi al instante. Al final me llevé la más grande, que la del vecino es enorme, y para una vez que te pones no te vas a quedar corto. A su vez me llevé un seguro adicional que cubría un montón de siniestros y alargaba la garantía de fábrica.
De camino a la caja el avispado vendedor descubrió mi interés por la sección de móviles y ocurrió exactamente lo mismo. Un nuevo teléfono con infinidad de opciones. Este en lugar de muchas kas, tenía varias G. En fin, que también servía para hablar, aunque no sé con quién. Era tan grande que no me cabía en el bolsillo, así que tuve que comprarme una funda especial, cristal protector y una bandolera nueva para llevarlo.
Como me quedé mosca con lo de conectar la plataforma digital de televisión en varios dispositivos, le pregunté si tenían tabletas de esas que son como los móviles. También me llevé una, con su correspondiente funda, cristal, seguro, etc. Acabé comprando una pequeña mochila, no fuera que en la bandolera seleccionada no me cupiese junto al móvil nuevo.
El chico vio que tenía la tarjeta de crédito caliente y me insinuó que el mejor compañero de viaje de un televisor tan espectacular como el que me llevaba era sin duda un Home Cinema. Así que añadí a la cesta el susodicho aparato con un montón de altavoces que me iban a permitir disfrutar de la experiencia del cine en casa. Este era Dolby 5 punto algo… No sé, pero no tenía letras.
A punto de irme estaba ya cuando me encapriché de aquel sillón que tenían a modo de demostración del aparato de sonido que me iba a llevar y que permitía varias cómodas posiciones para disfrutar de lo que quisiera ver… En ese momento, tenían uno de esos canales de fútbol de pago. Pues bien, me llevé el sillón y una suscripción para un año a otra plataforma de deportes para poder ver todo, y cuando digo todo es… todo.
El portátil que me llevé sobre la marcha ya casi no merece ni mención, aunque me aseguré de que fuera el mejor, que sé que mi vecino tiene uno y habla todas las noches con su hija que está de Erasmus en Estocolmo.
Ahora estoy en casa intentado cuadrar todo esto con el butacón, que no cabe en mi pequeño salón, y haciendo taladros para colgar los tropecientos altavoces del equipo de sonido. Por cierto, ya he traspasado con uno de ellos el tabique del pasillo y con otro he tocado la instalación eléctrica y estoy a oscuras esperando a los manitas del seguro del hogar.
Por otra parte, la fantástica tele no cabe en el antiguo mueble y la tengo de perfil con casi medio cuerpo fuera del hueco que antiguamente se habilitaba para los televisores normales del siglo XX, mucho más cuadraditos y de dimensiones más reducidas.
El portátil en la mesita del salón, a juego con la tableta y el móvil, que es tan grande que no sé ni donde colocarlo. Descansan junto a ellos sus fundas, bandoleras, mochilas y maletines de trasporte.
Sigo intentando configurar todo a la par que se actualizan los dispositivos.
¡Cuando tenga todo listo y dispuesto me pienso pegar un maratón de tele alucinante! Eso sí, no podré extender el reposapiés del sillón porque no hay espacio suficiente. La pantalla se me come, es enorme. Suena el móvil. La batería de la tableta pide auxilio. El portátil reclama una nueva actualización por enésima vez. El home cinema me tiene aturdido con tanto ruido…
Me siento diminuto en un mundo de gigantes digitales…
K bueno….. jajajaja!!!!!