El Bohío Caraqueño

Del Misisipi a Borburata

27 febrero 2022

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Cuadro de Michel Rauscher

      Si al surcar el Misisipi se llegase a Borburata, oiríamos los mismos retumbes, aquellos ademanes de angustia, “cumboto, cumboto, cumboto*”. Son las voces de los mismos ancestros de Jim y Natividad*, esos antiguos vínculos de sangre, añejando dolor y tristeza, en el mismo barril, en la misma madera. En estos parajes, son los ríos el hilo conductor, esa esperanza de escape, quien sabe a donde, pero el más allá al ser ignoto, atemoriza, lo más común es evadir lo escabroso, pero a veces encontramos nuestro destino en el camino que tomamos para evadirlo. Otros, por el contrario, llevamos ríos por dentro, que inundan la memoria episódica. En esas travesías, la imaginación recrea tiempos y espacios, vierte y amasa vidas, historias, amores, tragedias, todos galopando sobre cronopios mentales en sábanas abiertas. En el ambiente, una orquesta sincroniza al mismo son, un ritmo sincopado, mezclando la rabia y la melancolía, un blues al toque de un banjo y un culo e puya*.

     En esas páginas de clásicos, oír mentar que los negros eran bulliciosos y prosaicos pero ingenuos como los niños, sus vidas ondulaban entre la rochela*, la candencia y una particular cosmovisión, toda una tramoya* ideológica que justificara “el palo que daba el mayoral”, era necesaria pues, la construcción de dos mundos, la bifurcación entre el día  y la noche, dos polos opuestos, uno de tales, izando los patrones del “Orden y el Progreso”, un espacio de líneas rectas, de obediencia a las leyes, a la moral que siempre termina siendo doble, el mea culpa, el dogma, la expiación para mantenerse impolutos. El otro, un umbral siniestro, de villanías, la muerte y la cárcel, de hombres borrachos y mujeres impúdicas, el camino de la fe perdida. Indispensable era la cruzada para mantener ambos mundos en sus antípodas, formar en la cultura del apartheid.

     En la obra de Mark Twain, Jim era un personaje doblegado por sus circunstancias, una fuerza de trabajo al valor de una yegua o una docena de sacos de algodón. Un alma atormentada por el desmembramiento de su familia. Ese dolor lo motivo a huir, con la esperanza de convertirse en una ciudad del norte, en un ser humano, inclusive, aspirar a ciudadano legal, trabajar y ahorrar, para así, regresar al sur para comprar y reunificar a sus amores. Al menos sabía que huía porque amaba, que el amor de padre no acaba jamás. Ese desarraigo lo comparten Natividad y Jim, cada uno en su trama, eran cómplices los dos.

     En la prosa de Ramón Díaz Sánchez, Natividad caviló “…En mi niñez y luego hombre ya, muchas veces sentí la tentación de echarme a andar por los bosques, seguir el hilo de los ríos y perderme en lo más oscuro de la selva, para descubrir los antiguos refugios de aquellos primeros negros, guaridas oscuras donde la naturaleza palpita con el corazón de los grandes tambores, caminos donde todavía se siente el áspero olor de los cimarrones*”.

En estos delirios de condenado, Natividad desconocía la ley del más fuerte, impuesta por los eternos carceleros de la humanidad. En sus escondites rumiaba un vago temor, que perturbaba su descanso como incesantes gotas de un grifo averiado, el saber que su comportamiento servil era una impronta de una ascendencia esclava. Entender que ayer y hoy son el mismo dolor, la misma madera, los mismos africanos que se lanzan en pateras al Mar Mediterráneo para alcanzar las costas de la Península Ibérica en búsqueda de un sueño Universal, el derecho a existir con dignidad.

*Jim y Natividad: personajes de las obras de Huckleberry Finn y Cumboto respectivamente.
*Cumboto: unión de dos palabras cum y botó que significa refugio de esclavos.
*Culo e puya: tambor venezonalo de forma cilíndrica que se percute con un palo y la mano.

*Rochela: bullicio, jolgorio, desorden, flirteo, amorío poco serio.
*Tramoya: parte que queda oculta en un asunto o negocio.
*Cimarrón: aquel esclavo rebelde o fugitivo que llevaba una vida de libertad en rincones apartados.

Imagen principal:
La imágen principal del artículo es un cuadro del maravilloso pintor Michel Rauscher que trabaja varias temáticas geográficas y culturales, entre ellas el imaginario africano. Desde este enlace puede contemplar su obra.
Si pulsamos sobre el botón play que se encuentra sobre dicha imagen se puede ver de manera integral una película imprescindible, Bamako.
El editor del artículo recomienda asimismo al lector del mismo el visionado de la película italiana Terraferma.

Música:
Canto a Eleggua, del grupo venezolano Madera.
Me and The Devil Blues, Robert Johnson.
Kothbiro, Ayub Ogada.



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