Cualquier Sonido

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Cualquier Sonido es importante porque produce en ti emociones.
Hace años veraneaba en un apartamento justo al lado del mar y al contrario de lo que pueda parecer el choque de las olas con las rocas me ponía de los nervios.
Hay sonidos que la rubia no tolera, por ejemplo el repicar de las campanas. Dan las horas, y las medias. ¡A ver señores que estamos en el Siglo XXI que todo el mundo lleva reloj!

¿En serio es necesario que estén las campanicas con el din don?
Otra tortura para mi es el sonido de las manecillas de los relojes de muñeca, ¡buffff!!
Los aparatos eléctricos que pitan por todo!! Se acaba de calentar la comida, piii, se acaba la secadora piii…
¡¡¡Venga ya, que ya lo veo!!!
Este verano, aquí en la Ribera, me pasó una cosa graciosa. Vamos graciosa ahora… En la noche cabañera se oía un piuuu y a los cuatro o cinco segundos, otra vez el piuuuu. Yo toda mosqueada pensaba que era la alarma de un cuadro eléctrico que tengo a pocos metros de mi balcón. Y, una tarde en la piscina lo cuento y me dicen «yo también lo oigo, ¡es un búho!».

Y yo, ¿Cómo? ¿Ese sonido casi automático lo hace un animal? Pues sí amigos, se llaman autillos y son unos búhos pequeños que anidan en las choperas!!! Manda narices q un bicho tan pequeño dé tanto mal.
Por el contrario hay sonidos que me encantan, los pájaros por la mañana, sincronizar mi trote al tuyo cuando corremos, unas risas de esas que no puedes parar con mis amigas, el ruido que hacen los hielos en un vaso…
Un plaf plaf plaf rítmico y amoroso, el sonido de los besos, el de un te quiero…
Sólo echo de menos el sonido de tú voz… y eso me mata.

A quien se le ocurra criticar el plaf plaf amoroso que pronponga algo mejor tras ver el vídeo bajo la foto principal, mantengan eso sí, antes de pulsar el play a los menores fuera de las inmediaciones.