El Bohío Caraqueño
Con novedad en el frente
21 marzo 2022

Las cosas hermosas no necesitan atención, simplemente son, esa sublimidad siempre ha estado ahí, solo para aquellos que sincronizan almas y tripas, los que desnudos disipan la bruma de las percepciones y se abren desaforados al universo. Por otro lado, la rescisión con la tierra, el desoír las sinfonías del útero cósmico, esa cotidianidad con lo vulgar, la obediencia servil de marcar tarjeta*, de callar ante las injusticias. La indiferencia ante dolor ajeno, el desaliño moral. No me vengan con caramelos, el problema es el sistema que se instaló en las almas. Por tanto, con desparpajo exhibo mi rebeldía de espíritu a veces a voz alzada, otras, desobedeciendo toda autoridad. Priorizando las trincheras antes que la academia, me hundo en esos arrabales porque allí se da la real disputa entre la luz y la sombra.
En esas barricadas, conocí a César Augusto un niño de 12 años sin escolaridad, todos los días, le gana la calle al alba, se le ha visto presuroso arrastrar con tosquedad una silla de plástico en una mano, y en la otra un termo con café. Como olvidar aquella tarde, las pinceladas de pasmo en el rostro de Memphis al escuchar la voz de un niño, pedir información sobre nuestra “Escuelita”, su exposición de motivos por las cuales deseaba aprender a leer y a escribir, a multiplicar y dividir, ya sumar y restar se había encargado la Maestra Vida, gracias a la imperiosa necesidad de llevar un bocado a casa. De su progenitor, no quise preguntar, sé que la respuesta no hubiera sido de mi agrado. Está de más decir, que lo aceptamos emocionados. Esa primera vez que cruzó la puerta, supe que era la personificación de Panchito Mandefúa*, flaquito, con color a tierra, con esa mirada lánguida, típica de aquellos que se han criado en la privación, sin embargo, caminaba con fluida elegancia, con voz pausada y digna, con un precario dominio de la lectoescritura, pero este chico tenía más fuerza y garbo que el tal Alejandro de Macedonia, por lo menos, he de decir, que nunca nos tapó el sol.
Esas tardes de compartieres educativos ratificaban, que los procesos son de aprendizaje mutuo, dos tardes cada semana, César Augusto nos daba cátedra de humildad, serenidad, coraje, lealtad y aun en sus circunstancias, un inquebrantable deseo por educarse. De repente, nunca más lo volvimos a ver, pues así es la Maestra Vida, te da y te quita, te quita y te da. Pero en estas encrucijadas de la providencia, compartimos frente de batallas con otros tantos, la mayoría hijos de emigrantes que últimamente han regresado al país, criaturas rotas emocionalmente, sin escolarizar, en aquellos países vecinos, les cerraban las puertas de las escuelas, así apareció Sebastián, un precoz altruista de 10, todo un ramillete de generosidad y nobleza. En esos avatares, se fue un día a Perú con papá y mamá pero regresó tres años después a su Caracas que tanto extrañaba solo con el padre. Pero, como consolar el corazón herido de un niño… Confieso, que he disfrutado y aprendido tanto en nuestras tertulias sobre la fibra humana. Su solidaridad, respeto, amor por las plantas y sobretodo, sus peculiares pareceres y puntos de vista sobre el estar y el ser. Le he platicado sobre la importancia de la respiración y la tolerancia, especialmente con uno mismo, en los primeros días lloraba con frecuencia, tal vez por la impotencia de no dominar el encanto de la lectura, es una vasija de porcelana agrietada y, aun así, es capaz de brindar agua clara para los sedientos de verdades sencillas.


A los días se incorporó su primo Sammy de 9 años, la personificación de Mercurio, desde el primer momento nos envolvió con su retórica, su forma de vestir y actuar, me retrotrajo a finales de los 70, al ver su rostro, siempre me cruza un flash mental, surgiendo KC & The Sunshine Band. Este muchacho del carajo, no para de hablar, parece un noticiero radial del mediodía, es un apasionado lector de Arthur Conan Doyle, Edgar Alan Poe y las viejas publicaciones Penny Dreadfuls*, la tarde que conocí a la mamá, con una pinta de Hell Angel*, entendí el enigma al final. Todos estos niños son maravillosos, les estoy tan agradecido, ellos son las verdaderas víctimas. El destino, nos ha puesto en esta trinchera de batalla, y diariamente, hemos constatado que sí hay novedad en el frente, en esos avernos hay una constelación de niños ávidos de educación, niños que brillan, que resuenan con fuerza, niños que gritan a todo gañote, que rompen ventanas, entonces, nuestra misión es tumbar esas puertas de la ignominia a patadas, para abrirles campos de resonancias para que resuenen sus almas hasta el puto infinito, donde residen esas cosas hermosas que no necesitan atención, porque simplemente, luz son.

*marcar tarjeta: fichar en el trabajo en español de españa. *Panchito Mandefuá: personaje de uno de los 44 cuentos de José Rafael Pocaterra recopilados en su obra Cuentos Grotescos. *publicaciones Penny Dreadfuls: Los penny dreadfuls eran publicaciones seriadas populares y baratas escritas durante el siglo XIX en el Reino Unido. *Hell Angels: club de motoristas considerado como organización criminal por el FBI y fundado en el Montana en 1948. Música: . Cornerstone de Benjamin Clementine. . Vois sur ton chemin canción de la banda sonora de la película francesa Les Choristes. . Maestra Vida, canción de la ópera salsa de Rubén Blades. . I'm your boogie man, canción de KC & The Sunshine Band. Sin novedad en el frente (Im Westen nichts Neues) es un relato antibélico, de Erich Maria Remarque publicado en 1929, a veces tierno y a veces cruel de una generación que sin saber por qué se vio mezclada en la primera gran guerra del siglo XX. Haciendo click sobre el botón play situado en la foto principal del artículo podréis ver el vídeo musical de KC & The Sunshine Band I'm your boogie man.