Pintura
Baldomero Romero Ressendi
13 agosto 2022

No sé si empezar describiendo a nuestro pintor de hoy, el sevillano Baldomero Romero Ressendi, como un chulo prepotente o como uno de los grandes de la pintura andaluza del siglo XX.
Desconocido, bohemio, maldito, oscuro, romántico en el mejor sentido de la palabra… Su obra está dispersa por todo el mundo, pero en España apenas es conocido. Raro es el museo español con una obra de Ressendi. Será por la época que le tocó vivir, porque bailó con la jet set del régimen franquista y se lucró con ella, será por su vida, tan extravagante como su propia obra. Se dice de él que su carácter difícil a veces disfrazaba su apabullante talento.

Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, ciudad donde nació ahora hace cien años (1922) y ahí ya dejó claro su talento y personalidad. Cuentan que cuando en la Escuela planteaban un ejercicio pictórico para desarrollar a lo largo de una semana, él lo resolvía en un par de horas, arrojaba los pinceles y decía
¡Ahí está!
¡A ver quién lo supera! ¡Mediocres!…
Y nadie le superaba. Algunos no lo digerían bien. No entiendo por qué!
Muchas envidias, entre alumnos y profesores, empezaron a surgir ahí, uno por lo bien que pintaba, y dos por su impertinencia. El clásico síndrome del genio gilipollas.
Gran conocedor de la historia del arte, Ressendi no renunció a salirse de los moldes clásicos. Es por eso que su pintura es muy clásica y a la vez no lo es para nada.
Afirmaba con rotundidad que Goya era mucho más grande que Velázquez : “Goya resuelve en tres pinceladas lo que a Velázquez le cuestan diez” Y decir esto en la patria de Velázquez …
Goya no solo influyó en su manera de pintar, sino en su planteamiento de ver la vida y consecuentemente en el enfoque de sus cuadros y temática de los mismos.
Un buen ejemplo lo vemos en el “Locutorio de San Bernardo”

Toda la desesperación en esos rostros, la forma de agarrar la verja, hasta una calavera muerde su propia mano.
Escándalos no faltaron en su carrera. Tuvo problemas con el mundillo del arte, con la Iglesia (a punto estuvo de ser excomulgado), y hasta con Franco (se dice que lo dejó plantado cuando lo estaba pintando). Por algún motivo salvó el pescuezo. Ressendi tenía muy buenos amigos en los sitios adecuados.
Este cuadro que aquí vemos, “Las tentaciones de San Jerónimo” fue el causante de su propuesta de excomunión.

Según la tradición San Jerónimo se retiró al desierto para orar, pero el diablo se presentó para tentarlo en forma de mujer ¡Cómo no!
Hasta ahí todo bien, salvo que Ressendi presenta a San Jerónimo después de haber consumado el acto. Vamos que cayó en la tentación…
Se dice que no dormía, que le gustaba el vino, el whisky y las noches de los tablaos, pero también que pintaba rápido y mucho.
Es un hecho que se levantaba cada día a las siete de la mañana y tras limpiar las numerosas jaulas con pájaros que tenía, se ponía a pintar sin descanso hasta la noche, o hasta que se le agotaba algún color. Entonces salía de casa para comprar el tubo pertinente pero tardaba hasta tres días en volver. Fruto de estas escapadas fueron los diecinueve niños que nacieron en Sevilla con innegable parecido al artista.
Como muestra de su carácter había noches que las declaraba de “pagar doble” y en esas ocasiones pagaba el doble de lo que le pedían por la consumición.
En su producción hay de todo: obra religiosa, costumbrista, bodegones, de denuncia, mucho retrato (descarnado, Ressendi no mentía precisamente…), nunca paisajes, que detestaba.
Lo que sí está claro es que uno de los principales logros de Ressendi fue su afán de ruptura, partiendo de los tópicos costumbristas.

Cristos, toreros, clichés andaluces… a los que se les da un nuevo enfoque. El pintor sevillano toma los temas propios del folclorismo amable que pintó por ejemplo el insulso Julio Romero de Torres y emplea un lenguaje que nos convence y que nos conmueve.
Ese lenguaje, tan genuino en Ressendi, lo vemos en los retratos de toreros que transmiten un gesto de desencanto, de apatía, con la mirada perdida, con cigarrillos en la boca; ese lenguaje lo vemos en lo espeluznante de los penitentes, con sus rostros tapados por antifaces, o en el popular “La danza de los pavos”, donde las pinceladas están repletas de movimiento, de dinamismo y de sugestión.

Como dice el crítico Gonzalo Gragera, aunque el pintor nunca comentó nada al respecto, se presupone un propósito de denuncia. De crítica. Lejos de la complacencia de los autores costumbristas, Ressendi pretende una reflexión. Su arte no se corresponde con el servilismo simpático del discurso folclórico. Va más allá. Tras estas obras de toreros, escenas cotidianas andaluzas… podríamos interpretar un retrato, nada agradable, de la situación social de la Andalucía de la posguerra. Sumida en la pobreza, en la tristeza, en los horrores. Romero Ressendi trata de desenmascarar la caricatura de los tópicos andaluces, desde los propios tópicos andaluces. Esa es una de las principales claves de su obra. Y de su genio.
En 1977 muere en Madrid y con él muere su éxito y su fama. Pero no quiero terminar este relato, articulo o lo que sea, sin poner para contraste el retrato de la Marquesa de Saltillo, un ejemplo de obra que le dio fama y de comer.