Viajar y estar bien

Hace mucho tiempo, y por mi solo, llegué a la conclusión de que hay que viajar. Era algo vital.

Cuando viajo emprendo un proceso mental que empieza con una pregunta: ¿ qué tal?

Suelo hacérmela en los aeropuertos, o en las estaciones de tren. Entro al retrete baño o wáter ( elige) y digo: ¿ qué tal?. Y a partir de ahí, se inicia todo.

Me miro el aspecto, me miro a los ojos. Y ahí va.

He viajado solo en bastantes ocasiones. Suelo ser mal compañero de viaje. Y entonces viajando solo no se complica nada.

Me ha dicho mi terapeuta que tengo que mostrarme más vulnerable, que si no no hay manera, pero a veces no me sale, no me apetece y me da pereza.

Cuando viajo me enfrento a mis dudas. Cuando viajo me enfrento a las tardes ( que es mi mortífera hora del día). Cuando viajo me encuentro con mis seguridades y mis enojos. Cuando viajo me encuentro satisfecho. Sonrío, ando, corro. Hablo, canto y a veces bailo.

Cuando viajo me acuerdo mucho de los que de mi alrededor no viajan. Cuando viajo, me acuerdo de I. y me acuerdo de G, que me enseñaron a viajar: viajar Praga, viajar Estambul, viajar Salvador de Bahía, Berlín, viajar Lisboa. Enmudecer a veces. Viajar Managua, Santo Domingo, Buenos Aires, viajar Túnez, Marruecos. Me dejo más sitios: siempre estoy viajando. Aunque no viaje.
En breve me voy de viaje. Es importante para mi decirles a ustedes que estoy bien. Tirando a muy bien, aunque como dice mi amigo Jorge: no se pueda decir.