Los humanos podemos ser complicados y a veces lo que nos rodea nos afecta.
Por ejemplo veranear en nuestra ribera sin aire acondicionado y con una ola de calor tras otra hace que nos convirtamos en personas con una altísima resistencia al calor, a los mosquitos, a las tormentas con sol y vientos huracanados.
Luego está la luna que según como está nos pone cómo una moto. Nos cambia el humor y el estado de ánimo.
Leí un libro q se llamaba los aires difíciles de Almudena Grandes. Hablaba de Cádiz y sus ponientes. Me rio yo de esos aires, el cierzo eso sí que es un aire que te vuelve loca!
Luego están las cosicas q nos hacen perder los nervios cómo los badenes, esos escalones que están por todos los sitios. De mi casa al trabajo en Pedrola creo q he contado 20. ¡Por diosssssss estoy de los trocotones esos hasta las narices!
Los mosquitos que cuando mejor estás en la piscina te tienes que ir porqué parecen perros rabiosos directos a su presa.
Veranear en la ribera también tiene sus cosas buenas, están las fiestas de los pueblos, ir a ver las estrellas fugaces, comerte un polo a la fresca, que los niños puedan jugar en la calle hasta tarde… Características estas que hacen que el verano ribereño sea más llevadero.
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