Aire hueco

Una de superhéroes en los states

12 julio 2024

Por circunstancias de la vida en el año 2018 me encontraba en Orlando (EE. UU.) y pude realizar una suerte de trabajo de campo para esta Garceta con un carácter bastante a futuro y un poco involuntario. Pero oye, aquí estamos. Experimenté lo que es ir a ver una película a una sala de cine yanqui y os voy a contar cómo fue vivirlo desde dentro.

Sucedió un domingo por la mañana, una sesión de cine matinal. El concepto de cine matinal es algo que siempre he visto como un poco desnaturalizado pero que a la vez me atrae, como los bulos a los votantes de SALF. Mis amigos et moi nos dispusimos entonces a ver Vengadores: Infinity War, que justo se había estrenado y era la peli que todo el mundo quería ver.

Los cines estaban en un recinto comercial y llegamos en coche a un parking que tenía cabida para albergar aproximadamente a la mitad de los vehículos que hay en todo Estados Unidos. La zona de las entradas y palomitas no distaban mucho de las de España salvo por las cantidades. Siempre se distingue todo allí por las cantidades. Suelo de moqueta insalubre a más no poder, cuerdas de terciopelo (que una vez fue rojo y ya estaba negro como el hollín) para guiar las filas de gente y el olor a palomitas de mantequilla. Ese puto olor me encanta, que ya en cuanto bajé del coche me puse a olfatear al aire como un perro que ha encontrado un rastro de comida. Luego esas palomitas huelen mejor que saben porque en boca… es como cuando le clavas un tiento a la gasolina o al Amor Amor de Cacharel.

Decidimos no comprar palomitas ni bebidas e hicimos bien porque la entradica costaba ya sus veinte pavos y me cago en la leche si me picaron al bolsillo. No así a la gente de allí, que entre cubos en los que cabía un mastín napolitano, nachos con bien de queso por encima o perritos calientes se ponían allí como el Kiko. Pero una cosa loca. Por supuesto había personas disfrazadas de los superhéroes de la película. Total, que entramos a nuestra sala escoltados por Thor y un Spiderman que, por lo que sea, esa mañana no se había puesto su Axe Chocolate y le cantaba el sentido arácnido.

Y luego ya sentados, pues bien. Aire acondicionado a tope que se necesitaba un plumas, butacas bastante grandes y cómodas, buen sonido y buena pantallaca. Empezó la peli y aquello por momentos parecía teatro de este interactivo porque los locales lo vivían todo con mucha pasión. Aplausos, risas, festejaban las hostias a los malos, gritaban como locos las apariciones épicas… Y la verdad es que fue muy divertido, incluso alentado por sus reacciones me arrancaba con alguna palma o un “wu wuuu” suelto. Te metes en el ambiente y ves a tu alrededor cómo adultos y niños tenían caras de verdadera ilusión en los momentos emocionantes. No sé, me reconcilió un poco con el ser humano poder experimentarlo en primera persona.

Al final cuando Thanos hace lo suyo y ocurre lo que ocurre, reinó en la sala una sensación de mucho desconcierto. Como si el suceso ficticio hubiera ocurrido en nuestro mundo real. Nunca había visto que el final de una peli dejara a la gente con ese cuerpo. Creo que la inmersión fue tal que yo mismo me contagié y me quedé un poco en trance como ellos. Ahora entiendo bien a Albert Rivera cuando dijo eso de: “¿Lo escuchan? Es el silencio”.

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