Pintura
Tiepolo
28 enero 2025

Cuando Carlos III decidió emprender la decoración del Palacio Real de Madrid, durante la década de 1760, lo tuvo bien claro. Para la realización de los frescos en los techos y bóvedas no podía ser otro diferente al afamado Giambattista Tiepolo. El artista que había realizado el mayor fresco del mundo en el palacio Würzburg, una pintura de casi 670 metros cuadrados.
El problema estaba en que Tiepolo, al que se le consideraba el heredero de Verones, contaba ya, quien los tuviese, sesenta años con suficiente fama y dinero para no tener que realizar un, entonces, penoso viaje. Pero la fuerza de persuasión de un monarca puede ser muy grande y en 1762 parte hacia Madrid en compañía de su joven novia a los que posteriormente se les unen dos de los hijos de Tiepolo, Giovanni Domenico y Lorenzo, pintores también.
En Madrid realizan numerosos frescos en el Palacio Real, que era para lo que habían venido, y digo en plural, realizan, porque la familia realiza las obras, aunque dirigidos por el patriarca, conjuntamente hasta el punto de que los expertos aún hoy en día son incapaces de diferenciar que obras realizó Giambattista Tiepolo y cuales sus hijos, Giovanni Domenico en particular. Lorenzo parece que se encargaba más del andamiaje y aparejo .
Un buen ejemplo de estos frescos es: “Apoteosis de la Monarquía Española”.

Como podéis apreciar todo puro barroquismo, fantástico pero lleno de opulencia, amaneramiento y es que Tiepolo es un trasnochado del barroco, tan barroco tan barroco que llega al rococó, estilo ya caído de moda, pero que aún gusta entra las cortes reales que van de sofisticadas.
Pero Tiepolo realizó a lo largo de su vida, también numerosísimas obras sobre lienzo, como es el caso de “La muerte de Jacinto” realizado en la época que trabajó en el palacio Würzburg , pero que hoy en día se puede ver en el Museo Thyssen.

Cuento rápidamente la historia de Jacinto y pasamos a fijarnos en el cuadro, que no tiene desperdicio.
Jacinto era un hermoso príncipe espartano que despertó la pasión amorosa del cantor Tamiris, el primer hombre que cortejó a otro hombre. El dios Apolo, que también amaba a Jacinto, oyó jactarse a Tamiris de que podría superar en el canto a las mismas Musas. Apolo les informó de ello, por lo que las Musas, en castigo por tal osadía, privaron a Tamiris de la voz, la vista y la memoria para tañer la lira.
Pero como toda historia mitológica, aún se complica más.
Céfiro, dios del viento del oeste, también estaba enamorado de Jacinto, y un día en que Apolo enseñaba al muchacho a lanzar el disco, el viento, cegado por los celos, desvío el disco lanzado por Apolo, golpeando a Jacinto en la cabeza. Apolo corrió a abrazarlo y en medio de su dolor hizo brotar una flor donde la sangre había caído en la tierra, perpetuando así el recuerdo de su amado. Esa flor, naturalmente es el jacinto.
Con esta historia en mente volvamos a mirar el cuadro.
El personaje de Apolo está claro, roto de dolor por lo que había pasado, al fin y al cabo él había lanzado el disco, se echa la mano a la cabeza mientras soporta con su pierna la cabeza de su amado.
Jacinto exhala su último aliento sereno contemplando a su amor, sin reproches, sin decirle pedazo cabrón que me has matado, nada. ¡lo que hace el amor!
Eso sí, sangre por ninguna parte que un buen rococó no puede reflejar esas ordinarieces, si acaso una magulladura en la mejilla pero aun así el jacinto brota del suelo, en la esquina inferior derecha del espectador.
Pero… ¿Qué es eso?
Desde luego un disco como el del Discóbolo de Miron no es. ¡Si es una raqueta de tenis!

Durante el siglo XVIII era muy popular el denominado “juego de paume” o “cordada” juego muy similar al tenis actual con una red que llegaba a la altura del pecho de los jugadores, pero jugado con pelotas hechas de cuero con un núcleo de madera e hilo envolviéndolo, muy similares a las pelotas usadas hoy en día en los frontones de cesta punta del país vasco.
La violencia del impacto de estas pelotas era tremenda, produciéndose numerosos accidentes incluso mortales, como le había ocurrido pocos años antes al príncipe de Gales, muerto a consecuencia de la hemorragia abdominal producida por un pelotazo, o el accidente en el que el gran pintor Caravaggio mató en Italia a su contrincante. Bueno en ese caso Caravaggio tiró a dar, que menudo carácter tenía.
Pero sigamos disfrutando del cuadro y que mis comentarios no impidan ver la maestría de la pintura.
Como buena obra tardobarroca, rococó, no se priva de lucir exquisiteces que hacían las delicias de la gente de las cortes europeas como estatuas de sátiros, monos, no en este caso, pájaros exóticos y todo encuadrado en unas construcciones que parecen no venir a cuento y todo esto sin olvidarnos del personaje con túnica a rayas que ocupa junto con sus acompañantes la mitad izquierda del cuadro.

No he encontrado en toda la bibliografía consultada ni una sola explicación plausible de este personaje de extraño gorro, pero os explico como hacían los Tiepolo cuando recibían un encargo, al igual que otros muchos pintores de la época.
Tenían todo un catalogo de dibujos y pequeñas pinturas con distintos motivos, templos, aves, amorcillos, estatuas de sátiros, etc. que mostraban a su cliente y este escogía sobre el catálogo.
-“Me ponen una puerta de frontón partido, un papagayo y un Cupido” (por ejemplo)
Tanto en los frescos realizados por los Tiepolo “Europa” como “Asia” podemos ver el frontón partido con la bola.

O el papagayo en América

O en Asia, que un papagayo da mucho colorido.

¿Y el anciano de la túnica a rayas?
Ni idea de quien es pero aparece la túnica de doble lista tanto en África como en Asia.
La cabeza de Jacinto, con el mismo escorzo, aparece en los frescos del palacio de Würzburg , pero de ángel y tocando la trompeta.

Giambattista Tiepolo permaneció en Madrid hasta su muerte en 1970.
A pesar de que como ya hemos dicho este tipo de pintura ya había dejado de estar de moda, desplazada por el estilo neoclásico, tuvo gran influencia en pintores posteriores, tanto por la exquisitez de ejecución como por la luminosidad de las obras de Tiepolo, y si no juzgad vosotros mismos si esta obra de Goya no tiene influencia de ese pintor.
