Pintura

Sofonisba Anguissola

20 agosto 2024

Confieso que me emociona esa mirada, que casi no lo es, mitad triste, mitad interior, con esos ojos enfermos que ya no ven el lienzo, ya solo aprecian las masas de colores y para ello Sofonisba Arguissola necesita apoyar físicamente su nariz sobre la tela.
Son noventa y seis los años que esta mujer, esta pintora, tiene cuando van Dyck le hace este retrato.
Aún su mente le empuja a seguir pintando, pero su cuerpo, sus ojos que se apagan, no le acompañan en su ansia vital.
Es complicado vivir en un cuerpo que decae, que no acompaña a la mente. Es difícil envejecer.
El retrato fue pintado en 1624 por Anton van Dyck el gran pintor flamenco coetáneo de Velázquez, en una visita que el pintor realizó a Italia para conocer a la pintora más admirada de la historia.
Se tiene perfectamente documentado el encuentro entre los dos genios ya que van Dyck lo escribió en su «taccuino«- libreta de apuntes.
Me resulta gracioso leer alguno de los consejos que Sofonisba le dio al pintor. Uno fue, y es literal:

“Joven, no ponga tan arriba el farol de luz que me marca mucho las arrugas y a mi edad eso no es conveniente”.

Os pongo una copia de ese taccuinon que se conserva en el Museo de Londres donde mezclado con los apuntes aparece el boceto que Van Dyck tomó del natural para hacer este retrato.

Pero vayamos a la vida de Sofonisba Anguissola.
Nace en Cremona en 1535, en el seno de una familia excepcional, especialmente para esos años.
Aunque perteneciente a una familia noble, Anguissola, como ella misma decía «carecíamos del segundo apellido de nobleza, dinero».
Su padre, Almílcar, decía proceder, y posiblemente fuese cierto, de la antigua nobleza de Cartago y por eso llamó Sofonisba a la mayor de sus siete hijos, en honor a la heroína cartaginesa, al igual que bautizó como Asdrúbal a su hermano menor.
Siguiendo la cultura cartaginesa dio la misma educación humanista a chicos que a chicas.
Viendo la tendencia de las hijas por la pintura procuró proporcionarles el aprendizaje con los mejores maestros del momento. Para ello enviaba los autorretratos de sus hijas para demostrar su destreza y que fuesen admitidas en sus estudios.
Aquí muestro uno de sus autorretratos promocionales de Sofonisba con veintipocos años.

Como consecuencia de ese empeño paterno llegó a Roma con 19 años nada menos que al estudio de Miguel Ángel, el grande, el divino, el malhumorado.
Cuenta Sofonisba el encuentro:

Me temblaban las piernas. Le mostré alguno de mis dibujos, entre ellos las de un niño riendo, lo miró y me dijo, dibuja un niño llorando.
Yo no había dibujado a nadie llorando, pero me acordé de mi hermano pequeño cuando mis hermanas y yo le hacíamos llorar y dibujé este niño mordido por un cangrejo.

El maestro lo miró, sonrió y durante dos años me estuvo enseñando lo que sé.
Pese a su permanente dolor interno me trató siempre con delicadeza y me daba dibujos de su propio cuaderno para que los desarrollase y pintase a mi manera

Cuarenta años más tarde Caravaggio utilizó este carboncillo para pintar su icónico “Muchacho mordido por una lagartija”.

Con poco más de veinte años su fama había crecido tanto que es llamada a Madrid, a la corte de Felipe II siendo nombrada dama de honor de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe con la que llega a hacer una gran amistad hasta el punto de ser nombrada tutora de las infantas a la muerte de la reina.
Durante los quince años que permanece en España realiza innumerables obras como uno de los retratos más conocidos de Felipe II.

Este retrato con fondo neutro, novedoso en la época, con esa pincelada corta y pulida típica de Anguissola muestra a un rey que con un rosario en la mano, está distante pero con un cierto rasgo de afecto y complicidad entre pintora y modelo, bastante más entrañable que otros retratos de Felipe II en los cuales todo es austeridad.
La autoría de esta obra ha sido adjudicada muchos años a Sánchez Coello puesto que Sofonisba por ser miembro de la corte real no estaba bien visto que firmase sus obras como un artesano cualquiera, que era como consideraban a los pintores.
En el museo del Prado podéis ver muchas obras de Sánchez Coello que en realidad son copia de los originales realizados por Anguissola.
Otro retrato que ha sido adjudicado a varios autores, entre ellos al Greco y que actualmente se considera de nuestra protagonista es ”La dama del armiño”, que en realidad debería llamarse La dama del lince.

Pero la historia de la autoría de este cuadro os la contaré en otro artículo.
Siguiendo con la vida de Sofonisba, al llegar a los cuarenta, un poco antes, el rey Felipe II consideró que debía contraer matrimonio y como dama de la corte, era su obligación y potestad proporcionárselo a pesar de las numerosas evasivas de la pintora.
Al fin accedió, poniendo por condición -condiciones a Felipe II, mucho la debía apreciar- que fuese un caballero italiano. No fue fácil pero le fue asignado como esposo a Fabrizio de Moncada, noble, hermano del virrey de Sicilia pero de ascendencia aragonesa.
Contrae matrimonio por poderes, sin conocerse, asignándole el rey una buena dote así como una asignación anual.
Previamente Sofonisba había solicitado un enlace griego -el dinero que lleva la mujer al matrimonio, es de la esposa- en vez del enlace latino -lo que aporta la esposa queda bajo posesión del marido, lo que demuestra la personalidad e independencia de esta mujer.
En poco menos de cinco años Fabrizio de Moncada muere en un viaje de Sicilia a España a manos de los piratas, viaje que había sido avalado con el dinero de Anguissola.
Viuda, se hace cargo del principado de su esposo restituyéndoselo posteriormente a la familia de Moncada, una vez que había recuperado su dinero. Y por cierto les cobra 210 ducados en concepto de las gestiones realizadas.
Sola en Sicilia, en ningún momento había dejado de pintar, decide volver a su Cremona natal y en el trayecto surge la sorpresa, conoce al capitán del barco en que viajaba, Horacio Lomellino, dieciséis años más joven que ella y se enamoran.
El viaje dura más de lo previsto y recalan en Livorno debido al mal tiempo, a ella como miembro de la corte le dan alojamiento en un monasterio de Pisa, pero la relación con Horacio sigue.
Como Sofonisba se olía otro mandato real de matrimonio deciden casarse.
Su relación llega a oídos de Francesco I de Medicci y éste el mismo día le envía con correo urgente una misiva diciéndole

… en la confianza que os tengo os recuerdo que como criada de Su Magestad que sois, no solo debéis dar parte de vuestras intenciones, sino también es Su Magestad quien debe encontrar un sujeto digno de usted…

Y paralelamente manda un comunicado al rey Felipe II.
Cuando recibe la misiva Sofonisba no la abre intencionadamente.
Ese mismo día Sofonisba y Horacio contraen matrimonio y solo al día siguiente contesta diplomáticamente a la carta que siente no poder obedecer como le gustaría pero como:

los matrimonios se hacen antes en el cielo que en la tierra , la carta de Su Alteza Serenisima me llegó tarde…

La historia de esta mujer da para muchísimo más pero por terminar, que se hace largo, el matrimonio fija su residencia en Génova donde la Anguissola continúa pintando y disfrutando de un marido que la idolatraba.

Durante esta época realiza, basándose en sus apuntes y recuerdos, un retrato de su amada amiga Isabel de Valois que fue copiado por el propio Ticiano y por Pantoja de la Cruz, copia que está en el museo del Prado.

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