Pintura

Retrato de la señorita Lange como Dánae

14 octubre 2024

La Historia y en particular la historia del arte está llena de escándalos.
Muchos, muchísimos de ellos son más producto de la hipocresía y la doble moral, que por causas objetivas.
Pero hay una obra en particular que me apetece mucho compartir.
Todo parte de una clienta decepcionada y un pintor desairado.
En 1798 el pujante pintor Anne Louis Girodet recibe el encargo de realizar un retrato de la cortesana y actriz de moda en los escenarios de París, Élise Lange.
El pintor estaba eufórico ¡Un retrato para conmemorar la reciente boda de Mademoiselle Lange! Y nada menos que con el riquísimo banquero y conocido especulador Michel-Jean Simons.
El pintor se frotaba las manos.
Recién ascendido a la élite de la pintura neoclásica francesa, llegó a ser el retratista de Napoleón, las fechas le coincidían perfectas para poder presentar la obra en el Salón de París de 1799.
Terminado el encargo Louis Girodet lleva el retrato para ser expuesto en el salón incluso con unas semanas de antelación. Todo Paris sería testigo de su maestría.
Por algún oscuro motivo el retrato no es del agrado de la bella señorita, que le hace llegar una educada y escueta nota:
«Le ruego, señor mío, tenga a bien retirar de la exposición el retrato, que según se dice no aporta nada a la gloria de usted, y pondría en peligro mi reputación de belleza» y le ofrece pagar la mitad de lo acordado.
El orgullo por los suelos. El cabreo monumental. Girodet descuelga el lienzo y lo destroza.
Mucho se ha conjeturado sobre los motivos del rechazo de la Lange. Parece ser que la prensa reprochó al artista la sequedad del dibujo, cuando la joven era bien conocida del todo París por su embriagadora gracia y la sensual dulzura de su rostro, pero lo peor es que Girodet según parece, descuidó la indumentaria.
Vamos que la pintó ligerita de ropa.
Hay que tener en cuenta que se acababa el neoclasicismo y comenzaba el romanticismo con nuevas modas en el vestir.
Quedaban diecinueve días para la inauguración de la exposición y además el salón duraba dos meses.
Tiempo escaso pero suficiente para la venganza.
El pintor se encierra en su estudio y como un poseso se dedica a hacer un nuevo retrato al que titula “Retrato de la señorita Lange como Dánae” consiguiendo presentarlo dos días antes de que se clausure el salón.
Escándalo, es un escándalo, escandalo.

Hagamos un paréntesis en nuestro culebrón.
La figura de Dánae es muy importante en la historia de la pintura.
Dánae hija de Acrisio es encerrada por su padre en una torre de bronce, para que no conociese varón ya que el oráculo de Delfos le había dicho que su nieto le mataría.
Pero Zeus seductor impenitente, penetra en la torre en forma de lluvia dorada que es vertida sobre el seno de la joven. Como consecuencia nace el conocido Perseo.
Aunque la siguiente parte de la historia no nos afecta, con el tiempo Perseo participando en unos Juegos funerarios en honor de Larisa al lanzar el disco, este se le escapa y mata accidentalmente a Acrisio, su abuelo, cumpliéndose así el oráculo de Delfos.
Pero volvamos a nuestra historia y nuestro cuadro.
Impactante.
En ese nuevo retrato de la señorita Lange, ahora señora de Simons, aparece con toda su belleza, pero embelesada mirando las monedas que recoge en el paño que la debía cubrir, no tiene ojos para otra cosa ni reparos en mostrar su desnudez.
El cuadro no tiene desperdicio.
El pavo, el animal más presuntuoso y feo del corral representa al marido de la protagonista, el banquero Simons. Hinchado de vanidad, y por si hay alguna duda de quién es, le coloca un anillo de casado en uno de sus dedos, que muestra ufano.

El amorcillo que ayuda a sujetar el paño para recoger las monedas, mostrando así más claramente su desnudez, es Anne Elisabeth Palmyre hija de la actriz junto con un antiguo amante.
El otro amorcillo es el hijo tenido por Lange y Simons antes de su matrimonio. Todos ellos tocados con plumas de pavo.

A nadie pasó desapercibida la máscara, con pinta de sátiro, de la parte inferior del cuadro.
Era un retrato de Leuthraud otro de los amantes de Lange, quien públicamente había afirmado haber pagado una pequeña fortuna por disfrutar medio día con la bella Élise. Por cierto, con un caracol con sus cuernos paseándose por la corona que “ennoblece” su cabeza y una moneda, un luis de oro, por ojo.

Las alegorías son numerosas.
Dos palomas blancas que han estado atadas a una balanza dorada. Cada una tiene un collar con una inscripción en latín en el cuello.
Una con un collar que le ahoga, en el cual se puede leer en latín “Fidelitas” muere herida en un ala por una moneda. Más claro… La otra, con el collar de Constancia, directamente escapa.
Y podríamos seguir: La araña de la parte superior que retiene alguna moneda en su tela, el espejo roto, la rata enjaulada de debajo de la mesa…
Al fondo a la derecha, una estatuilla de la Abundancia está débilmente iluminada por una pequeña lámpara cuyo resplandor ha atraído a algunas polillas.
En el suelo, un rollo de la comedia Asinaria de Plauto está quemándose junto a su sandalia, debido a la caída de una antorcha. La comedia no está elegida al azar, ya que habla de dinero, amor y burros.
El cuadro es de forma ovalada, pero está montado sobre un marco rectangular con cuatro medallones en las esquinas, que siguen haciendo escarnios con la actriz.

Aunque la Dánae sólo estuvo expuesta en el salón pocos días, tuvo una gran difusión.
Deseando ser olvidada, Mademoiselle Lange dejó Francia para ir a Italia, lejos de chismorreos.
Años más tarde, regresó a París de visita y por ver cómo había cambiado la ciudad. Allí vio una copia de la Dánae de Girodet, tras lo cual comentó “Ce portrait me fera mourir de chagrin” -ese retrato «me hará morir de tristeza» por lo que permaneció en Florencia hasta su muerte en 1816.

El propio Girodet se arrepintió más tarde de haber realizado el cuadro y no quiso mostrárselo a sus amigos.

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