Mi vida es fascinante

Lo estaba pensando mientras me afeitaba con una maquinilla Gillette Sensor 3 y un gel con aloe vera, a las seis de la mañana.
La santa hora que debió morir Jesucristo.

Los pobres tenemos que ir bien afeitados, es más fácil pasar desapercibido.

Tengo una vida plena, me dan ganas de cantar, pero con según qué letra podrían denunciarme.

Pensar en castellano es una mina a cielo abierto.
La lengua práctica la poligamia.

Las seis de la mañana y yo con esta euforia por mi vida. No hay nada más importante que mi forma de estar en el mundo, este mundo cambiante, hostil, benévolo, servil y sorprendente.

Euforia de vivir es lo que tengo.

Por fuera parezco uno más, pero por dentro soy un músico, un pirómano, un terrorista, un aparcacoches y un suicida.

Podría exportar euforia a varios países tristes, decorar almas grises con mi exultante policromía. Soy una catedral románica, mi hígado es barroco, mis pulmones son renacentistas, mis riñones puro dadaísmo.

Todos los días resucitó, como si hubiera escapado de una catástrofe nuclear o de un secuestro ya olvidado por la prensa.

Poseo la extraña fuerza del que ama la vida, los que perdieron me cedieron su energía.

Son las seis de la mañana y estoy preparándome para disfrutar de mi patrimonio.
Bares que no cierran nunca y cosas baratas.

Tras el tranquilizante de la noche, el café de la mañana.
De la depresión a la euforia hay una pastilla con un centímetro de agua.

Mi vida es una fiesta irrepetible,
nadie la celebra como yo lo hago.

Juan Leyva, San Sebastián 1965, España

Música:
Awesome upright bass solo, Adam Ben Ezra