Cuando vine a nacer Te convertí en emigrante obligada Con destino a quirófanos, en temporera entre escayolas y bisturíes, durmiendo entre camas y prestadas, Viajando en trenes y ambulancias Que solo conducían a salas del llanto Y hospitales con sus heridas abiertas. Juntos deambulamos por noches de cloroformo, rezos nocturnos y radiografías opacas.. Amarrada a la máquina de coser, Como en una rueca sin principio ni fin, tejiendo y destejiendo cuentas Sometías el amor por tu hijo a la prueba del nueve, sumando y multiplicando bodoques, cenefas y bordados, ajuares que pasaban a manos de novias, hermanas y otras madres Con sus otras vidas y acaso esperanzas. Si me diste la vida Y me la diste dos veces, fue para que la custodiase entre tus manos, para que la peleará aún sin puños, regalándome los días, amparando mis noches, sepultando mis temores. Si me diste más vida fue para alimentar una fuerza digna. Tu hijo, ahora, resta y divide tiempos, achica espacios para encontrarnos en las playas de la desmemoria donde podamos contar los granos de arena no con los dedos, sino con los ojos colmados Ya, por fin, de claridad, Deslumbrados los dos, Expuestos al fuego que nos disuelva.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Más información