Aire hueco

Las películas confort

13 junio 2024

¿A vosotros también os entran ganas de darle un bofetón a esa gente que dice que hay que salir de nuestra zona de confort? ¿Por qué voy a querer salir de ahí? Si se está tan bien. Oiga usted, déjeme en paz y suélteme el brazo, haga el favor. Como adalid hedonista me tomo la libertad de hablar del tema que vamos a tratar en este ensayo… LAS PELÍCULAS CONFORT.

Todos tenemos una película, serie, libro o algo que podemos consumir mil veces y no nos vamos a cansar. Recurrimos a esto como vía de escape cuando perdemos los nervios ya de navegar por el catálogo de Netflix o simplemente porque nos da la gana. Y me diréis: pero si en estas plataformas te puedes hacer listas de pelis. Sí, ya, si yo tengo de eso, pero es que aun así me pongo a ver qué más hay por ahí y por tanto mi lista no se reduce, si no que crece junto a mi ansiedad y esa sensación de “por qué cojones no pongo de una vez lo primero que me llame un poco la atención”.

Total, que al final ya te hartas y terminas poniendo tu película confort. Y es que esto es bastante normal. Se ha demostrado que ver una y otra vez la misma película nos lleva a sentir comodidad y placer en un ambiente cálido y seguro, ya que sabemos que lo que vamos a experimentar es de nuestro agrado. Como el CIS de Tezanos en las encuestas con el PSOE.

Es lo mismo que les pasa a los niños cuando no paran de ver siempre las mismas películas porque al ser conscientes de que saben lo que va a suceder, se sienten cómodos y seguros. Anda, que a estos los vas a joder con la mierda esa de la zona de confort, sí.

De pequeño me pasaba eso con el Toro Ferdinando o con Los Aristogatos. Que no sabía muy bien ni cómo, pero me la ponía y de repente me encontraba jugando con mis playmobiles y tarareando la canción del Gato Jazz que sonaba de fondo. Por cierto, las escenas con los perros, Napoleón y Lafayette, son MAGIA PURA.

De más mayor me ha ido pasando con El Señor de los Anillos, pero llegó un momento en el que me tuve que contener limitando su visionado a un par de veces al año o si las pillaba por la tele. No podía ser que me encontrara de repente en el sofá contando al unísono con Gimli el número de orcos muertos que llevaba mientras se vacilaba con Legolas. O sí puede ser, porque lo sigo haciendo, ¿y qué pasa?

Hay dos tipos de personas que se pueden diferenciar también en este aspecto. Los que se cansan siempre de la misma película, como los palestinos. O los que no paran de repetirla como el hijo de la gran puta, sionista y asesino de N*******u cuya zona de confort esperemos que sea pronto una zanja de mala muerte con cal por encima.

Disculpas intergalácticas al autor del texto que ha sido censurado por el editor, pues visto que la involución planetaria (de la que la piel de toro participa alegre), es tan evidente, la Pruden manda....
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