Pintura

Las cuatro cuerdas del violín

26 mayo 2024

En la historia de la pintura siempre han existido mensajes que el pintor pretende enviarnos a través del simbolismo de las imágenes que aparecen en lo representado. Mensajes ocultos que el artista nos quiere trasmitir y que van más allá de la propia historia que el cuadro describe.

Si pensamos en el románico y sus representaciones se entiende perfectamente lo que quiero decir.

En el período entre 1890 y 1910 surgen una serie de pintores que hartos de tanto realismo, tanto materialismo, ya estaba desarrollándose la revolución industrial, buscan que sus pinturas aporten misterio, enigma, que sea un arte poético, casi onírico.

Aunque estéticamente estos pintores son cada uno de su padre y de su madre todos hacen un arte muy espiritual, muy poco natural, jugando con la fantasía. Lo opuesto que hacían sus coetáneos impresionistas que plasmaban el momento, la cruda realidad.

El símbolo es su herramienta para expresar su estado emocional y su mensaje.

De ahí su nombre de simbolistas.

Una obra realmente misteriosa es la del artista polaco Edward Okun.

Okun, miembro de una logia masónica, quiere sobre todo provocar en el espectador un sentimiento, una evocación. Que intuyamos su mensaje.

La escena que se muestra es un funeral.

Sobre el manto negro reposa un violín rodeado de crisantemos. Cuatro mujeres dan su último adiós.

Teniendo en cuenta el título de la obra «las cuatro cuerdas del violín», el simbolismo es claro. La mujer de más a la izquierda, la primera en pasar, es la cuerda Sol, la cuerda más grave del violín, la primera cuerda. Su rostro es solemne, sereno. Aunque todas ellas se parecen, esta mujer, la nota Sol, es la mayor y tiene la expresión más seria de las cuatro. Es la nota más grave. Lleva las manos cruzadas sobre su pecho, los ojos cerrados y en su boca se puede leer la entonación de la nota que le corresponde.

Tengamos en cuenta dos cosas que en polaco, al igual que en alemán, las notas musicales tienen distinta denominación. Nuestra nota Sol se denomina G e igualmente Re es D, La es A y se llama E. Y segunda consideración esas cuatro notas son las que emiten las cuerdas de un violín al ser tocadas al aire, sin pisar con el dedo.

Lo digo porque al leer esto seguro que estáis poniendo el morrito como los personajes que comentamos.

Pero sigamos.

Las cuerdas Re y La situadas en el centro de la encordadura del violín ocupan la misma posición en el cuadro.

 Re es una mujer elegante, de rasgos finos, un poco más joven que la de Sol. Igualmente seria, pero sin la gravedad ni el carácter tan solemne de Sol, su boca parece entonar la nota Re (D).

La cuerda de tonalidad La, de cabellos oscuros, aparenta aún más juventud que Re y parece mirar de soslayo al violín, su expresión menos seria y en su boca la entonación de la nota que le corresponde. Estas tres mujeres encarnación de  las cuerdas del violín van juntas porque aunque cada una emita su propio registro, juntas entonan una única melodía en un canto emotivo, reverencial.

La mujer de la cuerda , la cuerda quizá más personal y enigmática del violín, lleva el pelo aún más oscuro y solo ella mira de frente al instrumento, ella no canta, no entona su nota.  Es la única que lleva una sola mano, la  derecha, apoyada en su pecho. Una actitud menos solemne que las otras pero quizás más emocional.

 La cuerda Mí, es la entonación más misteriosa, llena de profundos y hondos sentimientos. Estos pueden ser desgarradores o bien incitar a la alegría más exultante. No hay términos medios en la cuerda Mi. Es quizá la tonalidad más unida al violín por su expresividad y es por ello que mira directo al instrumento con profundo pesar.

¿Pero que nos dice Okun con el conjunto del cuadro? Es sin duda una alusión a la muerte de la sensibilidad, la muerte de la belleza, del buen gusto a manos de la vulgaridad.

Todas las obras de Edward Okun están llenas de lírica simbólica, que nos invita a descubrir, y según quien las observe, evocará un sentimiento o un conocimiento encriptado.

Haced vuestra propia interpretación mientras escucháis a Mendelssohn en su concierto para violín en Mi menor.

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