Gastronomía

La sangre nos da tirones

9 abril 2021

Para mí, es todo un placer escribiros estas líneas, en las que poco a poco cada quincena, vamos a ir adentrándonos cada vez mas en lo mas interno de nuestros estómagos.

Dicen que es una buena forma de conquistar. Ganarse al ser querido por el estómago.

Esa es mi intención, que todos cada vez que leáis estas líneas, sintáis la necesidad de disfrutar con los inmensos y ricos alimentos de nuestro Aragón. Descubriendo que, sin salir de la comarca, hasta nuestras tiendas, comercios pequeños y nuestras despensas llegan bocados que son joyas, y que somos privilegiados de poder tomarlas, comerlas, tragarlas….

La mayoría tienen una historia con las fronteras mas lejanas que las que marca el mapa comarcal, provincial, regional o nacional. Que son tan internas como nuestra sangre, están incrustadas en nosotros de una manera visceral.

Pero que hermosa frase… “La sangre nos da tirones”.

¿Quién no ha escuchado nunca esa frase?

El Aragonés, baturro, terco y visceral. Arraigado a sus costumbres, a su pueblo, a sus vecinos y familiares. Esta unido por un hilo rojo que ha llenado los estómagos desde hace generaciones, años, siglos. Sangre, musculo, víscera….

Los que recordamos la tele clasificada con rombos, a espinete y el un dos tres de Maira Gómez Kemp, seguro recordamos alguna tarde de matacía. Ni que decir los que nos preceden. Las generaciones mas recientes seguro han oído historias.

Esa sangre caliente en el acto natural de fluir al cuenco donde la mondonguera da vueltas con las manos para evitar el cuajo…. Mezclada con canela, arroz, especias… embutido en tripa y cocida. Que delicia la morcilla y el resto de la familia de embutidos. A ellos si que les une la sangre, como a nosotros.

No hay una sola localidad de la comarca en la que no hay una tradición mondonguera, una carnicería que haga embutidos, y que esos alimentos no tengan unos cuantos followers.

En Luceni y Boquiñeni son los jueves. Cuando jóvenes y mayores esperamos el bando municipal que nos recuerda que durante la tarde, todo el que quiera podrá disfrutar de ellas recién salidas del caldero. Pero no solo de morcillas podemos hablar, de la tradición longanicera de muchos otros pueblos como Pradilla, con ese toque ahumado y anisado. Los chorizos traperos de Gallur y de algunos otros puntos de la comarca. En fin. Todos nosotros vecinos de la ribera podemos encontrar autenticas joyas derivadas del cerdo, de su sangre y de sus sacramentos. Muy cerca de nuestras casas. Dándoles valor, empoderando el arte de las carniceras y carniceros de la comarca. Porque son artistas, unos artistas que usan la sangre, la víscera y el musculo en la creación de sus obras para el deleite de los afortunados que pasamos por sus parroquias.

Pero regresando a la morcilla. ¡Que delicioso bocado ¡Cuando das un primer mordisco a la morcilla caliente, recién desenvuelta del papel, en la terraza del bar alado de la carnicería! El sabor, la textura, la temperatura… esas cosas son importantísimas. Pero es el acto de ir a por ellas con tus amigos de siempre, de pedir la ronda de vinos de la tierra, mientras otro trae una buena barra de pan, lo que convierte a ese divino alimento en manjar. Cuando la abuela fríe gruesas rodajas en aceite de oliva caliente y el aroma impregna toda la casa, y en él distingues el olor de la canela, del tostado de la tripa al contacto con la sartén, los granos de arroz partidos dispuestos en la rodaja como adoquines de una calle perfectamente empedrada….

O Cuando por un bendito error, la morcilla que concede multitud de aromas y matices al cocido se rompe y enturbia la sopa de fideos y garbanzos decorando la sopa como el mas bonito de los lienzos.

Eso, vecinos y amigos es memoria gastronómica, que nos une como la sangre pegando tirones salvajes a nuestros recuerdos de infancia, a nuestras abuelas por desgracia ya desaparecidas, a nuestras madres confinadas tan cerca pero tan lejos, a nuestros ancianos raspando las pieles del tocino escaldado la tarde fría de la matanza…

La importancia de la sangre.

Nada me haría más feliz, que después de leer esas líneas. Os entraran ganas de ir a visitar a vuestra carnicera de cabecera. Que comprarais un par de ellas y las echarais a la sartén para acompañar un huevo frito, o dos para la cena.

Pero, recordando mis días de cocinero por casi todos los pueblos de la comarca voy a compartir una receta deliciosa que ha triunfado y elaborado muchas de mis alumnas y alumnos de todos los cursos desde Gallur hasta Figueruelas.

Chupa chups de morcilla y manzana reineta.

Necesitaremos:

  • Dos morcillas, obleas de empanadillas
  • una manzana reineta
  • cebolla dulce
  • harina
  • leche
  • palillos de brocheta

Primero quitaremos la piel a las morcillas, las desmenuzaremos y reservaremos. Haremos un sofrito de cebolla dulce con aceite de oliva y una vez pochado añadiremos la morcilla. Haremos una masa añadiendo una cucharada de harina, un chorrito de leche y cuando este cremosa la masa añadiremos daditos muy finos de manzana en crudo. Esta se cocinará con el calor residual de la masa y en el momento de la fritura. Dejando los dados aun crujientes que aportaran una textura deliciosa al bocado.

Colocaremos en el centro de la oblea una dosis de relleno y cerraremos agarrando el palillo con los bordes de la oblea. Sumergiremos tan apenas 8 o 10 segundos en aceite caliente a 165 o 175 grados y con cuidado de no abrasarnos los morros…. Disfrutaremos de este chupachups de morcilla en dos bocados.

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