Posmodernidad
La posmodernidad dc
2 noviembre 2022
Al tió Chindasvinto lo visualizo siempre con una bicicleta, y con la cajica de plástico detrás. Hace mucho que no me lo tropiezo por la huerta. Y no se qué pasa con ese hombre que siempre que lo veo me da por pensar si es feliz. Lo acomodo siempre al lado de las personas que no viajan, que hacen siempre la misma rutina, ¿ y qué pasa?
A veces, no ves a nadie por el campo. Ni por el pueblo si es algo tarde. Esto tendrá su explicación. Pero yo nunca me creo las explicaciones.
En realidad me creo pocas cosas. Pero tampoco creo en los negacionistas o los antivacunas o terraplanistas.
A mi me da igual que un tipo te cuente que no cree que el hombre ha estado en la luna. A mi me da igual eso de que en el foro de Davos se dirima todo.
Yo no me fio de un tío que usa el verbo DIRIMIR con esa prepotencia.
El día que me enteré que el llanto se lo habían inventado los franceses en el siglo XIX rompí a llorar.
Y aún tengo otra, para hacerme el descreído. El tipo que dijo “a mi no se me caen los anillos por limpiar retretes” no había llevado nunca anillos.
Y te voy a decir una cosa: la posmodernidad es ser un descreído.