El Bohío Caraqueño
La mula negra
25 septiembre 2022
La imagen en primer plano de Eusebio, aparecía en el texto oficial de Geografía Económica, en el capítulo dedicado a la Región Insular. Era un cobrizo personaje atizado por el sol de San Pedro de Coche, uno más que con la brisa de la estrechez, amanecía mordiendo el polvo. Sin embargo, con su cuerpo de piedra y sus esperanzadores ojos, siempre apuntaba al sur, y a pesar de estar más solo que “Albert El Albatros”, nunca perdió los bríos de salir a buscar su destino en tierra firme.
En el año 1957, cruzó el charco e hizo el servicio militar en San Juan de los Morros, donde aprendió a leer, escribir y a descubrir una pasión, la lucha libre americana, y vaya que le encantaba eso de subirse al ring. Al cumplir su estamento castrense, se vino a todo pulmón a Caracas, habitando en un laberinto, que mentaban el Hueco de Los Chaguaramos, de allí, todas las mañanas, se enfilaba hacia la gran avenida de Sabana Grande a ejercer el oficio de limpia botas y en las tardes, iba a ejercitarse en aquel gimnasio improvisado del parque Los Caobos.
En este espacio, conoció a ese bribón conocido popularmente como El Turco Alí, un inescrupuloso timador, y además pseudo promotor de peleas de lucha libre, quien al reconocer a primera vista la pinta de gladiador del ingenuo muchacho, ipso facto, lo convidó a unirse a su show itinerante de lucha libre, pintándole castillos en el aire. Para entonces, el isleño contaba con 20 años, por su andar lelo y perfil equino, el turco frotándose las manos, lo bautizó como La Mula Negra, a Eusebio poco le importó, estaba tan ebrio de felicidad… Así, estos juglares con mascaras, viajaron hasta los más recónditos lugares del país, con más penas que gloria. Solo después de tanto rodar, comprendieron que era en la Capital donde se hallaban los cobres. Regresaron a la ciudad y El Turco fundó la Compañía Nacional de Lucha Libre de Venezuela y con su empalagosa retórica comenzó a tocar puertas y más puertas, hasta que, al fin, el sésamo se abrió y con ella el agua clara.
Lo demás fue, coser y cantar, se iniciaron las transmisiones por la televisión nacional del programa «Catch as catch can«, transformándose en el espectáculo más popular entre chicos y grandes, con un rating superior a las telenovelas o el béisbol. Y qué alta era esa fiebre los sábados por la noche. Ante miles de espectadores, La Mula Negra se batía en fieros combates contra Bassil Battah, Billy El Hermoso, Blue Demon, Guanche Canario, El Dragón Chino, El Chiclayano, El Médico Asesino y El Gran Lotario, su camarada de juerga, por la Caracas nocturna.
En aquella época, un Eusebio pletórico, circulaba por corrientes impetuosas, que algunas veces, ocasionaban graves inundaciones, pero total, la vida es una sola, y en esos vaivenes tuvo un tórrido romance con una tal Beatriz, una sensual meretriz al servicio de Henriette Soep Bamberger, en el «Todo París» de La Calle de Los Hoteles. En el 73, esos labios turbulentos lo condujeron a prisión por 8 días, por un altercado de celos con un beodo diputado del partido de gobierno, la fianza la pagaron sus enmascarados amigos. Aunque ella se fue dejándole la estela de un amor de oropel, con el tiempo La Mula entendió, que él siempre anduvo en tren, y ella en avión.
Ciertamente, entre la prosperidad y la desgracia hay solo un paso en falso, y el traspiés se dio en la década de los 80, durante el gobierno de Luis Herrera Campins, quien en su cruzada social cristiana, prohibió las propagandas televisivas de cigarrillos, licores, loterías, sexo y lucha libre. Lo que antaño eran briosos guerreros, ahora lucían tan pusilánimes, y así no más, desaparecieron o poco se supo de ellos. El Gran Lotario y El Chiclayano corrieron con mejor ventura, lograron a duras penas, asirse a los medios televisivos, participando en telenovelas o en programas cómicos como Radio Rochela y El Show de Joselo. En cuanto a Eusebio, después de tantos años, regresó a su isla. Allí, con el tiempo, volvió a ser uno más que mordía el polvo. Sus paisanos lo veían echarse en la arena, a contemplar la geografía de su tierra, y aunque su economía no era buena, de vez en cuando miraba hacia arriba y sonreía.
Música: .Cinco centavos de Julio Jaramillo .Pata Pata de Miriam Makeba .Amor Fugaz de Julio Jaramillo .Hurricane de Bob Dylan ******** El artículo le recuerda al sr gaRceta, coordinador de esta publicación, una película uruguaya llamada "Mal día para la pesca" que tiene el mismo halo sórdido del texto, un pequeño trailer al pulsar aquí.