Posmodernidad

La lavandería

22 enero 2025

Dice EB que estuve una temporada obsesionado con las lavanderías. Estoy estudiando de dónde me viene la cosa. Pero os quiero contar algunas historias.

Tengo una canción, que la poeta Elisa Berna compuso y yo la canto, y yo la canto, en la que se habla de eso. De la fascinación por las lavanderías. Va a ser la banda sonora de nuestro article.

En el libro Manual para mujeres de la limpieza de Lucía Berlín (uno de mis libros favourits) uno de los relatos se llama LAVANDERÍA ÁNGEL. Y me pirra ese relato.

La Lavandería Ángel está en Albuquerque, Nuevo México, en la calle 4.

Cuando EME va a la lavandería en Tauste, siempre me manda algo, una foto, la canción.

En las lavanderías hay carteles tal que así: TERMINANTEMENTE PROHIBIDO  LAVAR PRENDAS QUE DESTIÑAN. En la L:A: vi un cartel amarillo que decía: AQUÍ PUEDE LAVAR HASTA LOS TRAPOS SUCIOS. En un cartel verde lima pone NO DEJEN NUNCA LAS MÁQUINAS SIN SUPERVISIÓN.

Creo que aquí hubo una especie de lavandería y no era negocio. Pero eso puedo estar inventándomelo. 

Uno de mis personajes favoritos, del libro que tal vez nunca escribiré,va casi todas las semanas a la lavandería de Alagón. Supongo que la lavandería de Alagón se llamará Lavandería Ribera Alta (LRA).

Yo he «usado» algunas lavanderías, pero tengo el trauma de que no me he sentado para ver como se lavaba mi ropa, y he hablado con una chica de Muel, pongamos por ejemplo, de su perro Mora.

Dicho todo esto, tengo que decirles que mi lavandería del mundo favorita es la lavandería de la calle Gabotto, en Montevideo. Cuando viajas y estás bastantes días en un sitio está bien tirar de lavanderías.

La lavandería de la calle Gabotto, estaba atendida por dos doñas. Preciosas. Entrabas y empezaban a decirte hermoso, y que qué acento tan relindo, y que qué bien todo. Y luego buscabas la ropa, mañana, que te la ponían llena de colores buenos y raros y super ordenada. 

Tardé unos años en volver a la lavandería de la calle Gabotto. Solo había una de las doñas, y me contó, que ella se había quedado con el negocio, la otra se había jubilado, y que le iba muy bien.

Cuando vuelva a Montevideo, iré a El Beso, a la Ronda, a pasear por la Sarandí y llevaré unas camisetas a la lavandería de la calle Gabotto. Ya lo tengo decidido.

Mientras tanto una mañana me voy a ir a la lavandería esa que está en el Paradero, cerca del Riga, a llevar el nórdico. Si por alguna causa le apetece a usted hablar conmigo (de perros) se lo agradecería, automáticamente. 

El poema La Lavandería, obra de Elisa Berna, inicialmente musicado por el ilustre vilasalano D.M, ha cruzado fronteras para ser cantado por Danilo Savari.

Grazie Danilo!
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