El ombligo de Venus
La clemátide, las lianas del bosque
17 enero 2025

Los que somos de pueblo hemos escuchado mil veces aquello de «¡Y de jóvenes, fumábamos petiquera!». Se referían a la costumbre que había antiguamente de fumar los tallos secos de la planta de la que hoy hablamos, la Clemátide.
Existen más de 200 especies de clemátide silvestre, y casi el doble que se cultivan para usos ornamentales, ya que tienen unas flores muy bonitas. Pero hoy hablaremos de la más común en nuestros bosques, la Clematis vitalva.
La clemátide es una planta trepadora que puede alcanzar la altura de los árboles. ¿Habéis paseado alguna vez por un bosque y habéis visto lo que parecen unas enormes lianas que bajan de los pinos? Pues son clemátides.
En España podemos encontrarla prácticamente en los bosques de toda la península y Baleares hasta los 1,500 m de altitud. Y también en las ciudades y pueblos, formando parte de las vallas y setos, aunque aquí no veremos esos tallos tan gruesos y largos. En Aragón la conocemos como Petiquera, o Betiquera. Este nombre viene de Vitiguera, que es como se la conoce en otras zonas, por ser trepadora como la vid.

Tiene hojas compuestas por 5 foliolos enfrentados dos a dos con uno solitario en el extremo, y unas olorosas flores blancas. De sus pequeños frutos parte un extremo plumoso, que le sirve para dispersarse, y que les da un aspecto algodonoso. No tiene tronco, pero sus tallos leñosos pueden crecer hasta alcanzar el grosor de un antebrazo adulto.
En épocas de hambruna se ha recurrido al consumo de sus brotes tiernos en tortilla o revuelto, sin embargo, su uso como alimento no está muy extendido. En algunos lugares se la conoce como «hierba de los pordioseros», porque el contacto con las partes frescas puede irritar la piel, y se dice que los pordioseros en la edad media la empleaban para hacerse llagas en la piel y conseguir más limosnas. Por cierto, pierde su toxicidad cuando está seca.
Están documentados algunos usos medicinales tanto para humanos como para animales, desde el siglo I, pero actualmente sus usos más conocidos son ornamentales, recreativos o para la fabricación de utensilios.

Se usaba principalmente para tejer cestos y para crear cuerdas y ataduras para diferentes usos, desde atar haces de leña hasta amarrar el arado al yugo. En algunas zonas, los niños y niñas utilizaban sus tallos medianos como combas para saltar.
Al ser una planta trepadora, resulta muy útil para tapar muros o vallas, y dar sombra.
A veces no era tan querida, porque se consideraba una mala hierba que quitaba la luz y estrangulaba a los árboles, pero hasta a eso se le sacó una utilidad: En algunos pueblos de los Picos de Europa la hacían crecer sobre los avellanos para que «estrangulara» los troncos finos de los avellanos, lo que hacía que éstos crecieran con formas caprichosas que luego se empleaban para hacer unos originales bastones.
Y, como decíamos, uno de sus usos más famosos es la de sustituto del tabaco, ya que los troncos leñosos son muy porosos cuando están secos. Decían que «la petiquera rasca la garganta».

En el mundillo de la supervivencia, muchas veces bromeo con que encontrar clemátide es como encontrar un Leroy Merlín. Aunque esa broma también la hago con el avellano, porque si uno es Leroy Merlín, el otro es un Brico Depot, pero del avellano hablaremos otro día.
Con clemátide puedes hacer ataduras con los tallos flexibles, o fabricar cuerda con las fibras que se desprenden de la corteza de los tallos más gruesos. Con un poco de práctica, puedes fabricar una larga cuerda muy útil y con una resistencia muy decente. Además, si necesitas encender un fuego, puedes obtener yesca de los extremos plumosos de sus frutos, así como una buena base para un fuego por fricción de sus tallos más gruesos. Ya Teofrasto, en el S. IV-III a.C decía que la madera de la clemátide fue apreciada en la Antigüedad para fabricar palillos con los que encender la lumbre.
Creo que no puedo disimular que es una de mis plantas favoritas. Y es que me ha proporcionado horas y horas de relajación en el bosque trenzando sus fibras para hacer largas cuerdas. Y las que me quedan, tengo cuerda para rato.

Teresa Tomás, para La GarCeta de la Ribera.
Si le damos al play situado sobre la foto de portada podemos ver a Teresa construyendo cuerdas a partir de la "Botiquera" que es como la conocía yo, g. gaRceta, que veraneba a escasos 25 kilómetros de donde reside nuestra colaboradora jacetana!!