Posmodernidad

Gaviria

5 junio 2024

El otro día, de camino al restaurante meridiano de Greenwich, T. habló de las chonis, dijo lo poco  que le interesaban y aseveró: la gente que me interesa y a la que sigo, sus pensamientos y sus enseñanzas, suele estar muerta. Mardemía. Le pedí que me desarrollara un poco el concepto de choni, y me lo desarrolló en lo estético y en las actitudes. Pero yo me quedé pensando, largo rato, en los que no están y me han enseñado. Capaz que podría hacer una saga pero tampoco es eso, tampoco es eso.

He tenido suerte en conocer sitios, momentos históricos incluso, que me han producido una inquietud seria. Qué opinan de que haya conocido el muro de Berlín, Venecia ( dicen que desaparecerá), vi a Fidel Castro en el aeropuerto José Martí, conocí el experimento sandinista, por no hablar de deportistas ( Maradona ahí al lado, en el Prat) o artistas: Caetano Veloso en el estadio Centenario de Montevideo, Kris Kristofferson en Matagalpa. Bien, son algunos ejemplos para mi memoria.

Conocí a Mario Gaviria en Pamplona, por San Fermín. Me llevó una persona que es a la que más echo de menos del mundo. Eso era otra cosa. en serio. Fui su huésped en una habitación con sábanas naranjas y luego desarrollamos cierta amistad. Desde su casa de Cortes, cantando algunas jotas ( La perdigana), haciendo algunos viajes.

Tengo a mi lado un libro: EL SOLITARIO DEL DESIERTO (UNA TEMPORADA EN LOS CAÑONES) de Edward Abbey. Un día se presentó en casa una persona y me dijo, me ha dicho Mario que este libro es para ti, que te lo leas.  Abbey es el Thoreau del oeste americano. Es uno de mis libros de cabecera. Lean detenidamente este pequeño manifiesto de Gaviria que acabo de encontrar:

"mi vocación verdadera sería que la gente pueda vivir trabajando poco y viviendo bien, entonces, todo mi esfuerzo va destinado a poder conseguir una sociedad confortable, que no gaste mucha energía, que no polucione mucho. Que no se exploten unos a otros, y que sea bastante armónica, es un sueño".

Un día fuimos a Bayonne, Mario daba unas charlas en un congreso y yo viajaba de chofer, aunque el me presentaba como su editor ( nunca le edité nada), por la noche nos escapamos de la oficialidad y entramos en una especie de barco que hacía las veces de bar, si bajabas un piso estabas debajo del agua, ahí me contó que los franceses trataban a los ríos con más agudeza y respeto que nosotros.

Llevaba niquis de marinero y siempre buscaba una idea que pusiera todo patas arriba. Siempre que piso Navarra me acuerdo de Gaviria. Tengo pendiente leerme sus obras  y editar algo de Mario. Otro día quizás les cuente más. También tengo pendiente dar un paseo por el Andador Mario Gaviria, de la ciudad de Zaragoza, como un homenaje al que fue mi amigo.

s r

Deja una respuesta

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad