Fauna
El petirrojo, el fogonero de Jesucristo
10 marzo 2023
La característica principal del petirrojo, como su propio nombre indica, es el color de su pecho, que si bien no es rojo, tiene una coloración anaranjada.
En el valle del Ebro nos visita fundamentalmente en invierno, a donde llegan procedentes de zonas de Aragón con mayor altitud, así como del centro y norte de Europa. Resulta increíble que pueda realizar semejante viaje un pajarillo de apenas 15 o 20 gramos, o lo que es lo mismo, con un peso equivalente a dos sobres de azúcar de los que nos echamos en el café.
El nido lo construye en el suelo, a muy baja altura o en agujeros de muros o casas, no siendo extraordinario encontrar nidos en lugares un poco peculiares, como en el interior de una bota, en un buzón o en el bolsillo de una chaqueta colgada en una vieja casa. La construcción le corresponde únicamente a la hembra y utiliza musgo y hojas, así como un recubrimiento interior de pelo, hierba o raíces. Generalmente tarda 3 o 4 días en finalizar el nido, si bien, hay testimonios de la construcción de nidos extraordinariamente rápidos, como el caso de un jardinero que colgó su chaqueta a las 9.15 de la mañana y a la una del mediodía, una pareja de petirrojos había finalizado su nido en uno de los bolsillos.
El petirrojo es una de las aves más confiadas que tenemos en nuestros jardines o zonas urbanas. Es habitual que se acerque a las personas cuando están removiendo la tierra en los huertos para capturar los insectos, arañas o gusanos que quedan a la vista. Este comportamiento se ha observado también con algunos animales, como, por ejemplo, con el jabalí, a los que siguen cuando están realizando hozaduras.
A pesar de su pequeño tamaño, es un pájaro muy territorial que ataca a otros pájaros al acercarse a su nido. Es especialmente agresivo con otros machos de petirrojo que entran en su territorio, si bien, aunque normalmente no pasa de una escaramuza, se han registrado peleas entre machos que han supuesto la muerte de uno de los contrincantes.
Los petirrojos de las islas Británicas son mucho más confiados que los que tenemos por España, llegando incluso a comer sobre la mano, posiblemente por lo habitual que resulta por esas latitudes el instalar comederos para aves en los jardines de las casas. Esta especie, al igual que otras, se acostumbra rápidamente a buscar comida en estos comederos. Pepito, como así han bautizado mi madre y mi tía al petirrojo que nos visita en el comedero de la casa del pueblo, viene todas las mañanas a buscar su ración para desayunar.
En las islas Británicas se tiene un especial aprecio por esta especie, tal es así, que en la época victoriana, a los carteros se les llamaba petirrojos debido a que su uniforme era rojo.
El cariño hacia esta especie en estas islas se ve igualmente reflejado en numerosas leyendas, la mayoría de ellas relacionadas con Jesucristo. Una de ellas cuenta que el color de su pecho se debe a que cuando Jesucristo se encontraba en la cruz, un petirrojo le llevó una gota de agua en su pico para paliar su sed, tiñendo su pecho con la sangre de su frente.
Otra leyenda irlandesa narra que, al poco de nacer Jesucristo, aún estando en el pesebre, el fuego con el que se calentaban se estaba apagando. José había salido y María pidió a la burra y al buey que fueran a por leña, pero ninguno de los dos animales se movió. Un petirrojo que estaba cerca oyó a María y voló hasta su nido en busca de las ramitas con las que lo había construido. Tras transportar todas las ramas de su nido, consiguió que las llamas fueran tan potentes que se quemó el pecho, quedándosele del color de las llamas para siempre. En otras culturas también está presente esta especie. Así, en la mitología nórdica se relaciona al petirrojo con las tormentas y los truenos, considerándose el pájaro del dios Thor.