Alagón
El jueves lardero en Alagón
7 febrero 2024
Una de las tradiciones festivas más arraigas en la villa de Alagón es el Jueves Lardero. Como su nombre indica la celebración no es fija sino que depende de cuando se conmemora la Semana Santa. Este año cae el 8 de febrero, el jueves anterior al Miércoles de Ceniza. Y por otra parte, la palabra lardero, hace relación a lardo o cerdo, los ingredientes principales con los que se elaboran las ricas tortillas que se preparan para este día.
El origen de esta fiesta, unido como preludio al Carnaval, hunde sus raíces en la Edad Media. Como dato histórico de interés os puedo decir que ya en el siglo XV, concretamente en el año 1429 y, en el arriendo de la carnicería de Alagón, se estipula que el alquiler será: «…del dia de Pascua de Resurreccion mas cerca pasado ento al dia de Carnestultas primo venidero…«. Y otro testimonio que nos sorprende gratamente es conocer que, en plena francesada, dentro de las fiestas, que a lo largo del año se van a solemnizar, destaca: «…El Jueves Lardero, aunque ocurra fiesta en aquella semana y los tres días de Carnaval con el Miércoles de Ceniza…».
Pero, ¿cómo celebramos los alagoneros esta jornada? Os lo cuento. Ya muy temprano, por la mañana, vamos a comprar, a distintos establecimientos, especialmente a las panaderías y pastelería unas tortas de pan que son redondas y que llamamos “de estrella”. Su tamaño depende de la edad o del hambre que tengan las personas que las van a consumir. Son las mujeres, principalmente, quienes preparan una sabrosa tortilla a la que se le añade chorizo, longaniza y, al que le guste también trocicos de tocino. Y como postre nos podemos zampar un plátano y una naranja, pero la naranja tiene que ser madre, es decir, muy grande, que tenga «hijicos». Con la bota de vino, los mayores, y la cantimplora con agua, o algún refresco, los más pequeños, nos vamos al campo. Hace años se iba al río Jalón o a las Mejanas y más actualmente al paraje natural que llamamos El Caracol. Allí se convive, con familiares y amigos, haga frío o calor, truene o nieve. Y los más pequeños se entretienen jugando a la pelota, a la comba, a la goma, a correr…
Por supuesto, las personas que por edad, o por dificultades físicas, no pueden ir al campo, se comen su tortilla en casa. Y a los alagoneros que viven fuera de la villa tampoco les falta la suculenta merienda porque se las enviamos, por diversos medios, aunque vivan en el extranjero. Y yo doy fe de ello. Y otra curiosidad que os puedo relatar es que siempre nos guardamos un pedacico para el día siguiente y la miga de pan, que se quita de la torta, la empleamos para hacer huevos tontos. Y ya a lo largo de todo el año no hacemos ninguna tortilla con estos ingredientes porque, os lo aseguro, nunca sabe igual que en esta única y espléndida tarde.