El Bohío Caraqueño
El farol rojo
7 septiembre 2023

El Farol Rojo era uno de los botiquines más curiosos y seductores de la avenida Baralt. Su fachada era deslucida, con un rótulo de luces de neón y una pequeña puerta que al abrirse emulaba la boca de un lobo hambriento. En su interior, a las primeras de cambio, prevalecía la penumbra, en parte por el humo de los cigarrillos. Creándose una neblina espesa que saturaba la atmósfera. Solo al cabo de un rato, se apreciaban algo difusas las primeras imágenes, bombillos y sillas rojas, manteles de plástico, un baño con olor a creolina y un ambiente de perdedores de puta madre. Eso sí, tenía un primer encanto, aquella rockola Wurlitzer, que retrotraía a Happy Days, aquella serie televisiva de los años 70.
…sus clientes, formaban parte de una fauna de personajes despedazados, fábulas andantes con una gran sed por los excesos…
Y el deseo de ver entrar por esa puerta estrecha a los hermanos Cunningham, a Fonzie y a la hermosa Ashley Pfister. Pero no, el local estaba hecho para otra clase de público y placeres. Porque sus clientes, formaban parte de una fauna de personajes despedazados, fábulas andantes con una gran sed por los excesos. Y en cierta forma, ellos representaban una pequeña estampa, el lunar de una ciudad ahogada por sus frustraciones y desasosiegos.
Lo cierto del caso, que aquel tugurio poseía otras dos seducciones, la de ser atendido exclusivamente por féminas y que, a partir de la medianoche, se convertía en el enclave favorito de las meretrices del casco central. Tal vez, acudían allí para desahogarse. Había toda clase de damas: Jóvenes, maduras, rudas y dulces. Eso sí, todas tenían algo en común, la mirada cansada.

…en un arrebato de frustración, al no ser correspondido, abandonó el local raudo e iracundo, profiriendo insultos y amenazas a los presentes…
Cuanto disfrutaba al contemplarlas, escuchar sus conversaciones, deleitarme con sus lenguajes corporales, muecas y sonrisas. Muchas bebían y tarareaban recuerdos al compás de la música, otras murmuraban en soledad. Cada una era un libro por leer, pero he de admitir, que dos eran mis favoritas. La primera, una atractiva mestiza, de cabellos largos y piel de aceituna, supe de su propia boca, que el amor de su vida era su hija de nueve años. La niña desconocía el oficio de su progenitora, pensaba que trabaja en un hospital, en el turno nocturno y solo así podía costear sus estudios en un colegio católico francés. Entonces entendí, lo profundo que podía ser el amor de una madre. A la otra dama, por alguna razón, nunca me le acerqué. Lo curioso de la situación era que siempre que coincidíamos en aquel lugar, ella se sentaba a solas en una esquina. Allí postrada con una cerveza y un libro, leía y de repente su mirada lánguida se perdía hacia algún lugar, daba la impresión que atravesaba las paredes, como yendo lejos. Al final, ellas no eran más que seres humanos intentando sobrevivir a sus circunstancias. Mujeres de carne y hueso, simplemente mujeres…
¿A dónde irían a parar todas aquellas meretrices del casco central?
Pero nadie está exento de la maledicencia, ya que ésta nunca descansa, se agazapa, esperando entre las sombras para alimentarse de la desgracia. Y así ocurrió en una luna de agosto, según el parte policial, un cliente celoso que pretendía a una de las meseras, y en un arrebato de frustración, al no ser correspondido, abandonó el local raudo e iracundo, profiriendo insultos y amenazas a los presentes.

Lo que nadie esperaba era el beodo salvaje regresaría con dos bombas molotov y no hubo tiempo para escapar, el local se consumió en las llamas, arrastrando consigo a 17 almas. El responsable huyó y las autoridades nunca dieron con su paradero. Así pues, nada quedó del El Farol Rojo. Hoy en día ese local es un almacén chino y pocos recuerdan lo allí sucedido. A veces me pregunto, ¿A dónde irían a parar todas aquellas meretrices del casco central?, ¿Habrán encontrado un nuevo bar, algún lugar secreto para desahogarse, descansar la mirada y sentirse simplemente mujeres?
Música: . Te esperaré, Julio Jaramillo . Happy Days, tema de apertura . O me quieres o me dejas, Julio Iglesias