El ombligo de Venus

Diente de león, el tesoro de los prados

7 marzo 2024

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Aunque casi no hemos tenido invierno, la primavera está a la vuelta de la esquina y queda muy poco para ver nuestros campos engalanados con las primeras flores que llenarán de color el paisaje. Entre las muchas y preciosas especies que amenizarán nuestros paseos diarios, ya sea por el campo o por algún parque de nuestra cuidad, seguro que nos vamos a encontrar con una pequeña flor, humilde y maravillosa, que muchas veces nos pasa desapercibida y que algunos consideran incluso una mala hierba. Esa flor pertenece a una planta comúnmente conocida como Diente de león.

Es una planta fácilmente reconocible, tanto por sus hojas dentadas dispuestas en roseta como por sus flores de color amarillo dorado. Es muy común en prácticamente todo el mundo, y podemos verla en los bordes de los caminos, en los prados, en los jardines y hasta en los parterres de las ciudades.

Es curioso como, muchas veces, los nombres comunes nos dan algunas pistas acerca de los usos de una planta. Cuando yo era niña la conocíamos como “pichacamas” o “meacamas”. Y es que las propiedades medicinales de esta planta se conocen desde hace siglos y, a día de hoy, se sigue empleando para tratar diversas afecciones urinarias junto con otras plantas como el brezo o la gayuba. Además, se ha empleado para estimular la función hepática y como reconstituyente, entre otros usos.

Pero su utilidad no se limita a sus propiedades medicinales. Las hojas jóvenes resultan un nutritivo alimento en ensalada, y las más maduras, cocinadas como una verdura. También se ha utilizado mucho como planta forrajera.

En épocas de escasez, se secaban las hojas y se fumaban, como sustituto del tabaco. Y su raíz se empleaba para elaborar un sustituto del café sin cafeína, al estilo de la achicoria. E incluso hay quien puede predecir el tiempo, observando cuándo se cierran sus flores para saber cuándo va a llover.

Hay muchas leyendas con orígenes muy diversos en torno a esta valiosa planta, y la mayoría de ellas hablan de hadas, de duendes o del sol. Mi favorita, sin duda, es una leyenda de origen irlandés acerca de sus múltiples propiedades.

Cuenta la leyenda que los duendes del bosque quisieron ayudar a los habitantes de una región muy pobre, y para ello dejaron un caldero lleno de monedas de oro en la base de un arco iris. Un viejo ermitaño encontró el tesoro, pero no quiso compartir su hallazgo con nadie. Lo llevó a su casa, lo guardó en un saco que usó como almohada, y se acostó pensando en dónde podría esconderlo. Se le ocurrió que podría enterrarlo en el bosque, así nadie más lo encontraría nunca. Vencido por el sueño, el viejo cayó profundamente dormido.

Durante la noche, un pequeño ratoncito salió de su escondite y, llamado por el olor a comida del caldero, se puso a roer el saco de monedas. Al no encontrar nada que comer, dejó de roer el saco y se marchó en busca de algo mejor con lo que alimentarse.

A la mañana siguiente, el ermitaño se levantó muy temprano, cargó su saco a la espalda y se dirigió al bosque atravesando los campos. Pero no se dio cuenta de que, por el pequeño agujerito que había roído el ratón en el saco, se iban cayendo una a una las monedas. Cuando llegó al bosque, en el saco apenas quedaban unas pocas piezas de oro. El anciano, enfurecido, trató de volver sobre sus pasos para recuperar su oro. Pero no lo encontró, porque los duendes del bosque habían convertido cada moneda en una preciosa flor de color dorado. Así, todos los habitantes de la región podrían siempre aprovecharse de ese tesoro que ahora florecía en los prados y los jardines en forma de una planta con unas propiedades maravillosas.

Pero hay algo más. Esta planta tiene una curiosa manera de reproducirse, y es que sus frutos se dispersan por el aire gracias a un penacho de finos pelillos denominado vilano, que actúa como un diminuto paracaídas. Lo podemos ver como un precioso y frágil globo que se disemina fácilmente con el menor soplo de viento.

De niños, teníamos un juego secreto. Si te apetece jugar, te explico en qué consiste. Toma aire, pide un deseo y sopla uno de estos globos con todas tus fuerzas. Si consigues que todos los frutos vuelen, tu deseo se cumplirá.

Cuando salgas a pasear esta primavera, quizá repares un poquito más en la flor de esta humilde pero extraordinaria planta.¿Ya sabes qué deseo vas a pedir?

Si quieres ver como prepara Teresa una ensalada silvestre, pulsa sobre el play bajo la foto de portada
Fotografías de Teresa Tomás
Música: Grieg Morning Mood from Peer Gynt. Jacek Kaspszyk & Warsaw Philharmonic
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