Lana de Voz

Suena el violín verde

26 julio 2025

Marc Chagall – Concierto azul 1945

Suena el violín verde,

y baja desde la locución del tren un aroma amplio. Ellas, a mi lado, a la vez que lejanas, cruzan el pensamiento, y cantan en la risa de la  conversación una verdad ausente.

A mi izquierda el asiento está ocupado por silencios que solamente miran. Pero cuando apoyo el gesto y se desprende un poco más allá de la ventanilla, llega también  la risa de la mujer lejana, aquella tan alta como nubes que cubren el atardecer. Un matiz entre rosáceo y violeta toca en la memoria y entreteje una lejanía de pliegues encendidos.

La distancia que atardece allí, aquí en mi memoria es contumaz. Me gusta la última letra del abecedario.

Estoy cruzado por ella, mi madre entonces, la última letra, antes de mí. Sus dedos de niñez bebida por los campos sostenían una hoja con letras incomprensibles arrancada del almanaque.

Y yo ahora sostengo la nube y el color y el humo del horizonte y recuerdo y deslizo el arabesco de la tinta por las cuadrículas.

Hermosa esdrújula: esto apunto en el cuaderno.

Ella nunca lo tuvo. Apunto que a ella le gustaba el aroma seco de los rastrojos y el tacto que desprenden las letras del almanaque colgado sobre un desconchón de la pared. 

Tarde de verano – Carl Wilhelmson 1900

Hay detrás de la vida un gesto que desprende la cal y arranca la hoja del calendario, y corre entonces la niña con la hoja en su mano hacia los campos para descifrar las letras incomprensibles con el tacto minucioso de sus dedos. Sin cartilla, sin cuaderno. Sin posibilidad.

Aquella infancia nunca tuvo un maestro, pero el sueño se abría en su mirada que pesa ahora entre mis dedos y se desliza.

Ella puso la imposibilidad entre los dos. Puso la distancia incomunicable. Pero esta es al fin la maravilla: la maravilla de ceder, de rendirse, y dejar sitio en las palabras: dejar un lugar para lo incomprensible.

Un lugar.

Corto de Soraya Pérez Borrego. Finalista en el Apple Creative Contest 2010.

Un lugar para el sueño me dejó. Entre palabras que no comprendía: era su amor lejano, su amor incomprensible. Y yo lo hice rodar, y lo puse en otras manos, y en otra distancia.

Acércate con esdrújula ternura a mi oficio de silencio, que tan solo mira hacia adentro, cabizbajo, aquí en el asiento de al lado.

Acércate cuando el sentido calla y entonces coincidimos ella, tú, a quien hablo después de mí, y yo que pronuncio lo  incomprensible entre los dos. Este amor que mira más allá y nos conecta desde antes a un después en la escondida presencia que solamente mira.


Música
La Pavane, Gabriel Fauré. Violin, Piano - Jana
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