Relatos

Si ha de volar que vuele

28 junio 2024

No sabe, no huele, no se siente en el ambiente. Llega sin hablar, como dormido, como un gas encontrando todos los huecos.

Se enrosca a tus pies, te hace crecer raíces que se hacen profundas. Y ahí te tiene. Ya necesitas seguir respirando en ese lugar. Te sientes en casa, tu casa.

Y tu corteza se alimenta de todo. Lo que ve y lo que no ve. De los silencios y los alborotos. Y otras raíces y ramas se acercan y te trepan como una serpiente, enredados a ti, creciendo contigo. Algunas se quedan por el camino. Y te detienes. Y miras atrás. Recuerdos. Y la corteza se ha hecho fuerte y ya es capaz de dar cobijo a muchos otros y emprender un nuevo camino. Anclado o no. Libre. Quedarse o marchar. Y esa libertad es fresca, y se respira por todos los poros. Mentolado, verde y fresco azul, azul intenso.

Ni viene ni va, ni se mueve a ningún sitio, porque ya está en todas partes. Moverse es una forma, y la forma del movimiento dibuja la trayectoria. ¿Dónde irás? Irás donde quieras. Donde quieras y puedas. Donde puedas ir. ¿Dónde irás? Viajar… no es lo mismo que ir.

Ni entra ni sale, ni se transforma. Personas. Entregas diarias de trozos de vida. Como una serie de autor, de vidautor, que luego puede cantar o no. Allá con la forma de expresión de cada cual.

Que circule, que ruede. Profundo o leve. Caduco. Perenne. Luna de tarde, sol poniente.

Sí te disgusta, sí te duele. A veces. ¡Qué cosas! Hoy sí, mañana no, ¿por qué? Qué se yo. ¿Por qué a veces hiere? Qué se yo. No lo sé.

Ni aguanta ni consiente. En su interior es valiente. Pero quién sabe lo que muestra en la realidad de todo lo que de sus entrañas emerge. A saber cuánto esconde, a saber cuánto muestra. A saber si puede llenar de verdad todo lo que enseña.

No debe ser nada. Ni nada debe. Ni da explicaciones a quien no las merece. Ocurre, sucede. Qué otro modo si no de que todo fluya. Que circule, que ruede. Que recorra su cauce ligero y se alimente de lo que encuentre. Profundo o leve. Caduco. Perenne. Luna de tarde, sol poniente.

No se altera, no se inmuta, lo que pasa no le estremece. Otras veces sí, quién sabe de qué depende. Por qué a veces no inquieta a muchos lo que a otros ensombrece.

Empatía de telediario. Hasta la publi, que más preocuparse no apetece.

Porque ya se ha contado, ya está dicho, más no se puede. Y todo sigue, todo gira, todo se acostumbra, nada es tan grave como parece. O sí, puede.

El mañana cambia, siempre es al día siguiente.

Acaricia y conmueve. Lo que toca se hace presente. El presente. Lo que hay.

El futuro, lo que viene. Una piel que siente. Una piel que se curte, con surcos, que envejece. El tiempo. El presente de ayer, el presente es siempre. El mañana cambia, siempre es al día siguiente.

… como dicen esos puentes que ven pasar a tanta gente…

Total, que como dicen los sabios y como dicen esos puentes que ven pasar a tanta gente…

Y como dicen los ascensores que saben del tiempo y de todo lo que baja y lo ascendente.

Todo avanza aunque a veces se nade en contra y otras se siga la corriente.

Para seguir creciendo, para conseguir una rotación permanente,

no hay mejor solución que vivir el presente,

que es Hoy,

y también será Hoy la mañana siguiente.

Y lo que ha de volar, que vuele.

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