Quitameriendas

Ya se acaba el verano, y en las zonas más turísticas despedimos a los veraneantes hasta el año que viene. Nuestros prados y montes, hacen lo mismo.
Es en esta época cuando vamos a ver más fácilmente unas preciosas flores moradas que parecen nacer a ras de suelo, llegando a veces a alfombrar los prados. El nombre común más extendido, Quitameriendas, alude a que cuando esta planta florece, los días de merendar en el campo llegan a su fin. Casi todos los nombre comunes que tiene, van por el mismo camino: Sacameriendas, Escusameriendas, Alzameriendas… pero también encontramos nombres como Espachapastores porque indica que ya es tiempo de recoger el ganado del monte, Sementera porque indica que pronto llega la época de la siembra para los cereales de invierno, o Espachaveraneantes aquí en Aragón, porque el turismo de verano ya está terminando. Podemos decir que se trata de un bioindicador, pues existe un amplio conocimiento popular, basado en la observación, sobre el cambio de las estaciones, las actividades de ocio, agrícolas o ganaderas ligado a la época de mayor floración de esta planta. Incluso hay quien predice el tiempo con ella, porque se dice que cuando los prados quedan alfombrados de estas flores, las lluvias de otoño serán abundantes.

Es una planta perenne y bulbosa, cuyas hojas se desarrollan después de la floración. La flor, la parte más identificativa y visible de esta planta, parece nacer directamente del suelo, puesto que no tiene tallo visible. Está compuesta de seis tépalos de color morado con base blanquecina. Espera, ¿he dicho tépalos? Sí, en efecto. La mayoría de las flores tienen pétalos, la parte más vistosa de la flor que atrae a los insectos polinizadores, y sépalos, que son esas pequeñas hojitas de color verde que forman el cáliz de la flor y que están en la base de la misma. Pero en algunas flores no hay distinción entre pétalos y sépalos, y es entonces cuando se habla de tépalos.
Esta planta es exclusiva de la península ibérica y Pirineos centrales franceses, pero es más común en la zona norte.

Sobre su consumo, hay división de opiniones según las zonas: En algunas se menciona el consumo de los bulbos sólo de forma esporádica, pero en otras se habla de toxicidad. La discrepancia viene porque con este nombre se conoce mayoritariamente a dos especies; Merendera montana y Colchicum montanum, ambas muy similares y muy próximas evolutivamente. De hecho algunos autores incluyen la Merendera en el género Colchicum, y en algunas fuentes se considera la misma planta con nombres sinónimos. La presencia en el género Colchicum de un alcaloide llamado Colchicina, la convierten en potencialmente tóxica, así que es preferible tener precaución. Como curiosidad, la Colchicina es utilizada aún hoy en día en farmacia para tratar los ataques agudos de gota.

Ahora tenemos unas semanas por delante para salir a pasear y observar esta bella flor y, de paso, aprovechar las tardes en las que el tiempo aún nos permita merendar en el campo.
No quisiera despedir esta planta sin mencionar un poema que creo que merece la pena. Un poema del Cancionero, de Miguel de Unamuno, que dice así:

Ay, aquel quitameriendas
de los campos de Castilla
pura flor, sin tallo ni hojas
nunca al ojal sometida.
Endeble cáliz que rompe
la más apretada arcilla
sólo porque de continuo
empuja… ¡fuerza infinita!
Flor solitaria sin tallo
ni otro apoyo que si misma
flor de páramo bendito
misteriosa villorita
flor de entrañable raigambre
toda tierra maravilla
de tenacidad paciente
de soledad contenida;
flor de los campos ceñudos
flor de la eras batidas.
Ay aquel quitameriendas
de mi tierra salmantina.

Miguel de Unamuno

Poema recitado por Enrique Pérez Arco