En Común

Logaritmo Neperiano

23 mayo 2024

Como cada día de su ordenada vida, vuelve a casa y sube los cuatro escalones.

Hoy había dos.

 Está muy cansado y no tiene ganas de asegurarse.

 Pero, ¿dónde están los dos que faltan? Anoche no pudo dormir porque sólo había tres, y por eso no descansó bien, y por esto hoy se ha levantado despistado, cosa que no se puede permitir.

 Le martiriza contarlo todo, y simplificar las tareas sumando y restando continuamente…

 A cada uno, lo que le toca: hay gente con el pelo rubio, con pies grandes, con buen olfato, con seis dedos, gente atractiva… La humanidad es muy dispar.

 Logaritmo Neperiano es uno más. Su base es rechoncha, como multiplicada por dos. Pero sólo es la suma de muchos kilos. Y su exponente nunca descansa, y no es ejemplo para nada ni para nadie. No ha conseguido interesar a casi nadie, por estar siempre calculando, o pensando en simplificar lo difícil.

 Su primera y única amante se hartó de que Logaritmo contase las secuencias de sus escasos encuentros. Para él era necesario, pero para ella no.  Y para ser pareja, suele convenir tener las cosas claras.

 Hizo un estudio de probabilidad y estadística sobre cada uno, y sobre la suma de los dos, y el resultado le preocupó tanto, que le dijo a ella que no se verían más.

 Ella se fue.

 Él se quedó solo y libre para calcular:

  • 30 pitidos del temporizador de cocina
  • 14 parpadeos por minuto
  • 115 pasos por minuto para ir a casa
  • 4 escalones para llegar a la puerta

Pero hoy hay 2.

¿Cómo lo va a hacer?

 Su rutina para salir no varía:

  • Coge la chaqueta y su bolsa
  • Coge las llaves
  • Abre la puerta
  • Sale
  • Cierra la puerta
  • Baja el primer escalón
  • Baja el segundo escalón
  • Baja el tercer escalón
  • Baja el cuarto escalón
  • Coge aire, y se va.

 Nunca ha variado esa secuencia. Sólo si hace calor, que en vez de la chaqueta, se coge una gorra.  Hay dos secuencias que no encajan si desaparecen dos escalones. ¿Qué va a ser de él?

Decide que el peso de su nombre no se puede soportar. Igual le pasará antes o después a Caín, su compañero de terapia.
Así que mañana, como algo excepcional, tendrá que cambiar esa rutina. Tiene que resolver el problema de seguir vivo.
Repetirá los pasos hasta el 7. Y como novedad, en el 8 cogerá el aire. En el 9 sacará la mano armada del bolsillo. Y en el 10 disparará a su exponente. Sobre la base.
Vale. No aguantaba más.

por Marimar Solanas Giménez


¿Conoces tú también a algún Logaritmo Neperiano en tu pueblo o el de al lado?
Un nombre tan común seguro que no te es ajeno, mándanos tu microcuento, queremos tener un censo de Logaritmos!

Un cuento que se titula Logaritmo Neperiano

Mi padre se había quedado a un curso de ser licenciado en Matemáticas. Ya saben, los azahares de la vida. Y los azares. Las dos cosas. Así que empezó a trabajar y dijo, cualquier año acabo Matemáticas. Yo, que soy su hijo mayor soy negado para esa asignatura. Por eso mi padre a veces me mira mal. Yo creo que piensa «cómo he podido tener un hijo tan tonto».

A veces los padre son exigentes. proyectan en sus hijos sus frustraciones. Nada nuevo. 

Pero yo soy un chico normal. Solo que se me han atragantado las cuestiones de ciencias. Soy un hombre de letras, un monstruo del Renacimiento, pinto, toco la flauta travesera y escribo sonetos con estrambote.

Mi padre no aprecia mis cuadros no oye mis conciertos de flauta ni lee mis sonetos con estrambote. 

Un día le dije que la música tiene mucho de matemáticas. Que la música es una ciencia exacta y que yo interpreto un adagio como el hace unas buenas ecuaciones de tercer grado.

Me dijo que de eso nada. Que las matemáticas son las matemáticas y la flauta es la flauta. Pues vaya explicación.

Pero él era así.

Yo quería a mi padre, y procuraba ser un buen hijo. Lo único que no le perdonaba es que me había puesto de nombre Logaritmo Neperiano. Yo me llamaba Logaritmo Neperiano Giménez Alonso. Si. ¿ De qué te ríes?

por David Musgo


Me llaman Cero…

A veces soy uno y a veces me sumo a otro sin llevarme nada. Una vez me sumé llevando y así nacieron mis Dos.

Sí, los dos se llaman Dos, y no pasa nada. En el mundo de palabras da miedo que haya dos Jesús, como si uno de ellos o ambos, fueran a perder su identidad por compartir todas las letras. Pero en el mundo de los números, no hay dos igual.

Mi apellido es D’Uno, y aunque mis descendientes compartan nombre y apellido sé distinguir a mis dos Dos. Nos han dado el carnet de familia numerosa, porque la del Registro no me entendió bien. Yo solo le dije que tenía Dos y Dos.

Ambos se elevan siempre por encima de la media y demuestran gran potencial. Son positivos, sociables y naturales, se integran a la perfección.

Si me llevan al límite, tiendo fácilmente al grito. Una desviación típica, que no normal, de cualquier persona que se divide en mil tareas a lo largo del día y tiene un punto de inflexión cuando supera la velocidad de la luz y el cansancio se multiplica.

Cuando ya no me resten días, me pasaré al otro lado de la ecuación, donde quizás solo espere el conjunto vacío. Y ya en el plano paralelo, veré mi epitafio, con mi nombre real:

Logaritmo Neperiano D’Uno.

Me llamaban Cero…

por Aliah Beik


Logaritmo, hijo de D. Neperiano

Lo ga rit moooooooooooo, lo ga riiiiiit moooo, lo ga rit moooooooooooooooooooooooooo…

Siete décadas después todavía resonaba en las memorias de los más viejos aquella voz de cristal que silenciaba al resto unas horas antes de que asomaran las orquestas de grillos.

Aquellas noches de agosto, cuando el tozudo sol, ya soñoliento, abandonaba la escena entre suspiros de brisa de estrellas, Diapasón Neperiano llamaba a su pequeño. Tocaba cenar.

Logaritmo y su epónimo marcaban el ritmo. Era el primer nombre que sonaba en las noches de estío, mientras el perfume liviano de río y lavanda, se agazapaba tímidamente bajo el más denso manto de olor a cebolla frita, tortilla y chorizo. Si bien Logaritmo no era el único al que se reclamaba para acudir al yantar vespertino, sí era el primero, la precedencia la otorgaba el timbre de voz de Diapasón. Su timbre eclipsaba al resto de parientes clamadores, que se habían resignado pacientes a que les llegara el turno para poder llamar a sus pequeños.

Diapasón había sido una celebridad en la comarca y en toda la provincia, nadie ignoraba su talento, alcanzaba sin despeinarse el Do en la sexta octava. Hasta Tricornio, cabo en funciones de las fuerzas municipales y director de la fanfarria local confesaba a regañadientes y golpe de vino rancio que había suspirado por su voz de soprano.
La cigarra, como la llamaban los vecinos, empezó a ser solicitada por Don Polinomio, gran terrateniente y autoridad de facto de la comarca, que anualmente y tras la temporada de caza, organizaba cena y concierto privado en su hacienda.
Convidadas eran las cuatro familias más importantes de la redolada, los hermanos Tinto de Verano, reputados ganaderos, los Voltímetro con la presumida tía Amperio a la cabeza, dueños de la funeraria, y finalmente los Gramófono, clan que regentaba el casino/colmado.
A estas nobles familias se unía el voraz padre Probeta, escurrido representante local del Altísimo y muy afamado confesor que parecía abrir con sus…. bendiciones, las puertas de entrada al estado de buena esperanza a las féminas en dificultades para engendrar….

Recuerdan aquellos ancianos, aquellos que han conseguido evitar el velo de la desmemoria, que los milagros del párroco fueron tales que nacieron muchos bebés, vaya que si nacieron, algunos nacidos con sotana, otros neonatos tras recibir la preceptiva palmada de la matrona en las nalgas recitaban el padre nuestro en un perfecto latín en lugar de soltar el habitual primer llanto.

Logaritmo, como otros tantos, brotó, (dijeron entonces, pues no se le conoció padre), en esa época. Brotó en Diapasón. Diapasón Neperiano, la cigarra que no volvió a cantar en público tras aquel, su último recital. Don Polinomio cambió de afición e importó el primer bingo de la región para divertimento de sus distinguidos invitados. Padre Probeta aseguró que lo habían llamado de Roma y no volvió a dejarse ver por aquellas tierras…

Siete décadas después, cuando para el estío, de los bostezos solares nace la brisa estrellada, los viejos, aquellos que conservan la mente todavía clara, recuerdan frente al vacío de la televisión, la voz de Diapasón rasgando la noche, salivan pacientes convencidos que en seguida les van a llamar…..

Lo ga rit moooooooo, lo ga rit mooooooo….

por guillermo gaRceta


My name is Nepe…

Otro día más caminando al trabajo solo… que vida más triste. Desde que tengo uso de razón no he parado de analizar todo, de sacarle y exprimirle todos los detalles y poner en conocimiento de todo a los que me rodean. De una manera enfermiza. 

Ya en la guardería las niñas me decían chismoso y me señalaban con el dedo. Pero nada, que no podía evitarlo. Era superior a mí.

El nombre que mis padres decidieron ponerme ya es la pera… me llamo Logan Neper Iano. Hijo de Ismo Neper y Arroba Iano…. Las viejas decían el Logan el de Ismo, el logarismo, el noseque…. El Logaritmo Neperiano vamos.

Conocido por todos como el Nepe.

Una vez estaba de niño en la avenida de Madrid en Zaragoza, en el vídeo club Lacruz. Tomando un batido y eligiendo unos VHS para pasar el finde con mis padres… cuando sin querer… comencé a registrar todos los movimientos de la gente. Cogían el Príncipe de Zamunda, pues lo anotaba en mi cabeza, Los Cazafantasmas, también lo recordaba,  se acercaban a la zona de cortinas con caratulas de mujeres en tetas… se volvían rápido y nunca llegaban cuando me veían con los ojos abiertos como un búho mirando y quedándome con todo. Alguna colleja me lleve por mirón, pero no podía evitarlo…

Mi tío era el dueño del kiosco del parque. Mis padres me dejaban a ratos con él en el parque sentado con el bocadillo de longaniza frita con ajos enfrente del kiosco. Yo veía como las abuelas compraban El Caso, El Gerardo, El Piedrodicro.. Y como se llevaban el Pronto, el Hola, el Diez Minutos, la Interviú…

Al momento comunicaba a mi tío todo lo que elegían, lo que hojeaban y dejaban de nuevo, lo que le habían robado los zagales… y sin moverme del banco hasta el inventario de los almanaques le hacía…

No podía evitarlo…

En septiembre empezaban las colecciones de cromos. Que si la vuelta ciclista, que si la liga de futbol, que si los animales, que si las estampitas de la Superpop….

Veía cambiar los cromos en la plaza, uno por 3 tengo a Pardeza, dame a Esnaider por 4 Nayim…

Sin darme cuenta tenía un archivo en mi cabeza y sabía los que tenían cada uno, los que le faltaban a fulanito y los que tenía repetido menganito. En esa ocasión fue bien la cosa… hasta los malotes y gitanicos me tenían en valor porque me pedían la información de quién tenía los cromos que les interesaban y fue entonces cuando empecé a sacar partido a esa obsesión.

Las niñas ya crecidas, valoraban mis informaciones sobre los chicos que también habían crecido y recompensaban mis informaciones. Mi tío me encargaba los inventarios, las hojas de pedidos y el estudio de que publicaciones eran más rentables. Y no veáis cuando se pusieron de moda los coleccionables… Yo llevaba de memoria todos los fascículos y sabía quién quería uno u otro y cuando no había venido el esgarramantas del cliente a por el fascículo número 567 de monta tu propia furgoneta del Vaquilla y el Torete. Y buena propina le sacaba al tío…

No lo puedo evitar…

El videoclub cerró… se puso de moda el DVD. Con el dinero que sacaba por mis encargos me compré una grabadora de DVD. Estudié los gustos de todos los amigos, familiares y vecinos, luego los de los compañeros de informática de la uni…. El archivo fue creciendo y las copias se grababan como churros sacando chispas al Nero Burn.

La cosa se fue de madre…

No tenía límite, la obsesión por recopilar datos creció y creció hasta límites insospechados.

Me fui a trabajar a los EEUU. Allí conocí a mucha gente tan friki como yo o más quizás. Hubo un panoli que diseño una cosa que se llamaba cara libro o algo así… más adelante me contrató para currar para él en otros proyectos y diseñé una forma de recopilar datos más rápido….

Tanto darle vueltas a mi vida cabizbajo y triste andando por Silicón Valley no me he dado cuenta de que había una gran cacota de perro en la acera. La he pisado con las chancletas.

Me pregunto cuántas de esas cacotas habrá en cada acera de la ciudad, y cuantas en el país, y cuantas en el continente y cuántas en el mundo…… y sobre todo…

Quienes querrían saber esa información….

Madre mía. No lo puedo evitar….

por Eduardo Comín


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