No viene a cuento
La historia de Petricor
1 enero 2025

Vivo en Osebol
Casi nadie conocía este pueblo hasta que Capitán Swing editó un libro con ese título, en el que la autora entrevistaba a sus escasos 100 habitantes.
Yo decliné mi intervención argumentando mi escaso nivel de sueco.
Soy la única española. Hay húngaros, americanos… gente que dice que se cansaba de las grandes urbes.
El motivo de mi traslado no se lo he contado a nadie.
Tampoco me pregunta nadie.
A ustedes se lo voy a explicar, porque como no les veo mientras me leen o escuchan, me da cierta relajación.
Volver no entra en mis planes. Me asusta. La gente que me conoce espera ver a la persona que se supone que soy… Y no quiero hacer planes de futuro: es inevitable recordar el pasado.
Y en ese pasado hay un hecho que no está bien, creo… algo que hice, pero que nadie vio. Lo que no se ve, es como que no existe. En aquel momento fui invisible.
Todos dudamos alguna vez de si hacemos o no lo correcto.
Tenía un perro que encontré vagando solo por la zona del Saso, una tarde de tormenta cuando volvía del trabajo.
En este territorio, a mí me hipnotizaban las tormentas, los reflejos de los rayos, los sonidos Y el olor a lluvia.
Lorca dijo: «EL AROMA SERENO DE LA TIERRA MOJADA INUNDA EL CORAZÓN DE LA TRISTEZA REMOTA».
Al olor a lluvia se le conoce como Petricor. Y así llamé a mi perro.
El perfume lo produce la geosmina, que se crea cuando llueve en un terreno seco con escondidas burbujas de aceite que generan algunas plantas, mediante la bacteria Streptomyces Coleicolor
Es muy posible que ustedes sepan más sobre esto, y no me esté explicando bien… pero como ya pienso medio en sueco, pues me lío.
CRONICA DE SUCESOS DICIEMBRE 2004
Macabro hallazgo en una zona cercana a un municipio de los Monegros
Entre la vegetación de la zona: sisallos y sosas ha aparecido un hombre con heridas graves en cuello compatibles con mordiscos, y en estado de shock.
Junto a éste, su escopeta y un perro muerto con un disparo.
La policía no descarta ninguna hipótesis.
Se pide colaboración ciudadana.
Se desconoce la identidad de la víctima, y el perro no llevaba chip.
Pues fui yo.
Petricor se divertía entre tamarices y ciñudos.
¡Recibe un disparo!
Alguien se entretiene tirando a lo que se mueve…
Enfurezco.
Corro.
Me lanzo contra el tirador, como si me poseyera Spasms, la serpiente de poderes sobrenaturales de la película «Mordisco mortal», y clavo mi mandíbula en su cuello.
Se desgarra la carótida, y empieza a sangrar y a convulsionar.
No me ha visto nadie.
¿Ven? soy invisible.
Miro por última vez a Petricor… me llevo un puñado de salobre para la ensalada, y me voy.
Pocos días después ya me había venido a Osebol.
Aquel hombre no sé si sobrevivió: aquí hay poca cobertura. Y me da igual. Culparán al pobre perro…
Ahora, aquí están en Julbord, comen juntos por Navidad.
A mí no me invitan. Son algo secos, como yo.
Yo vivo tranquila en una especie de mentira. Porque los peores conflictos son con uno mismo.
Este pueblo es húmedo. El olor no es el mismo, pero me activa una conexión neuronal con mis emociones.
De nuevo Lorca… «EL AROMA SERENO DE LA TIERRA MOJADA INUNDA EL CORAZÓN DE LA TRISTEZA REMOTA».
Petricor me cambió la vida.
God Jul alla, Feliz Navidad a todos.