El Bohío Caraqueño
Entre el encanto y la avaricia
24 julio 2025

Desde la espiral que nutre a la historia emergen tres narraciones, cada una en su propio espacio / tiempo, que van más allá de las piedras preciosas, encantamientos y avaricias, porque se incrustan en los abismos hasta alcanzar las cavernas y estalactitas del alma, como secuela de las pérdidas irreparables, las desapariciones y las ausencias que a su vez, representan lo más doloroso y valioso del paso por esta vida. Aun así, a la hora de los gallos, pocos son los que vislumbran o reconocen en esos horizontes la única verdad, que a cada paso, nos desprendemos de pedazos de nosotros.
Desde esas hendiduras emergió el primer relato entrelazado con el mito y la leyenda, cuando el Rey Carlos V de España por los años mil quinientos, en su afán por acumular más poder arrendó los territorios al norte de Suramérica a una familia de acaudalados prestamistas provenientes de las ciudades de Núremberg y Augsburgo del Sacro Imperio Romano Germánico. En aquel entonces, por toda Europa se expandía más rápido que la peste bubónica, el rumor de la existencia de una legendaria ciudad de oro en el nuevo mundo. Movido por la avaricia Bartolomé Welser encomendó a Ambrosio Alfinger una expedición formada por 281 colonos entre germánicos y peninsulares. Llegaron a tierra firme en 1529, desembarcaron y bautizaron el paisaje con el nombre de Klein Venedig, esclavizando a sus habitantes y aplicándoles un trato cruel y despiadado. Exploraron el territorio por casi dos décadas pero nunca encontraron la ciudad dorada ya que la información sobre su ubicación era ambigua y confusa.

De hecho, las versiones indígenas obtenidas bajo tortura, afirmaban que una Diosa protectora de extraordinaria belleza, reaccionó a los gritos imperceptibles de la naturaleza, ocultando los tesoros del Dorado en dos lejanas estrellas que iluminaban los confines del firmamento, para así evitar que pasaran a manos de aquellos hombres avaros que habían olvidado la conexión entre la madre tierra y el espíritu. Sin embargo, en ese flujo astral, algunas piedras preciosas cayeron sobre el pie monte del macizo guayanés como testimonio de lo acontecido.

Ya en el año 1998, la Abuela Kueka, piedra sagrada del pueblo Pemón y reminiscencia de aquel Dorado, fue sustraída de forma fraudulenta por un artista de origen alemán en complicidad con ciertas autoridades del gobierno, para ser exhibida en un parque en la ciudad de Berlín. Según la cosmogonía de las tribus de la Gran Sabana, el universo es una tríada conformada por la naturaleza, el cuerpo y la mitología. Los pemones aseguran que así como en cada ser vivo habita un alma, también escondido en lo profundo del ser se ubican los Enek, enemigos del hombre y la luz, estos seres espirituales malignos son codiciosos y egoístas. En tal sentido, cada cual está en la obligación de domar sus propias serpientes hasta alcanzar la armonía en sus respectivas tríadas sagradas. Con respecto a la Abuela Kueka, después de muchos años de lucha, por fin regresó a su hogar, a las tierras sagradas del pueblo pemón.

Para cerrar el ciclo de tríadas narrativas, con las incertidumbres del ahora que se presentan en nuestro planeta azul, las élites y sus grandes corporaciones a sabiendas de que en lo más lejano de la espiral de nuestra Vía Láctea, en los planetas Urano y Neptuno llueven diamantes y otras piedras preciosas, proyectan en un tiempo menor a una centuria explorar, ejercer soberanía y posteriormente explotar a través de la inteligencia artificial dichos yacimientos. Pero lo que ignoran estos avariciosos enek, regentes ya de muchos de sus contenedores humanos es que también por esos recónditos parajes, habita la Diosa protectora de extraordinaria belleza que siempre escuchará los gritos insondables de la naturaleza y que igualmente actuará en concordancia con sus leyes divinas.