Pintura
El entierro del señor de Orgaz, que no del conde
3 noviembre 2022
Toledo invierno de 1588 dos hombres barbados se cruzan en la calle Sillería y se saludan. A uno le falta un brazo, dicen que, como consecuencia de su lucha en la batalla llamada de Lepanto, el otro tiene un extraño acento.
– Buenos días tengáis Don Miguel.
– Lo mismo os deseo Don Doménikos. Parecéis airado.
– Y con razón Señor Cervantes. Vengo de discutir con el diácono de la iglesia de Santo Tomé. Hace más de tres años fui encargado de realizar una pintura en esta iglesia para honrar la memoria de su benefactor, el Sr. de Orgaz. Acordamos su precio, 1.200 ducados y pese al enorme tamaño del encargo y del exiguo plazo que se me dio, escasos ocho meses, cumplí en plazo y forma.
– ¿Y cuál es la causa de vuestro quebranto, Sr. Pintor?
– Que se negaron a pagar lo estipulado alegando que la obra no merece dicha cantidad.
– Acudid al comité de tasación que para estos menesteres fue creado.
– Eso hice hace un año, acordando con el diácono que se me pagaría lo que ellos tasasen. Pero en contra de lo que el cura esperaba, mi obra, por sus dimensiones, complejidad y ejecución fue valorada en no menos de 1.700 ducados.
Al final, como le decía, después de tres años he tenido que tragar mi dignidad y aceptar los 1.200 pues las deudas me agobian. Es lo malo de estas obras tan grandes que te llevan mucho tiempo sin recibir ningún estipendio, a no ser que tengas un gran taller de aprendices que te alivien de las tareas más tediosas y así poder aceptar otros encargos simultáneamente.
Aunque inventado el encuentro entre Cervantes y el Greco, si es cierto que por varios años convivieron ambos en Toledo, incluso algunos estudiosos creen reconocer a Cervantes en uno de los personajes que aparecen en el cuadro. En cualquier caso, lo que sí está bien documentado es el incumplimiento y la tardanza en el pago.
Pero vayamos a este enorme – 4,80 X 3,60 m.- y si lo miramos bien, extraño cuadro. En él se ve como es enterrado don Gonzalo RuÍz, señor de Orgaz gran benefactor de la iglesia de Santo Tomé. Pero don Gonzalo murió en 1312 y Orgaz no fue nombrado condado hasta 1520, es decir doscientos años más tarde. Esto es don Gonzalo nunca fue conde.
Pasando por alto este pequeño detalle nobiliario llama la atención que la escena esté pintada en 1577 con personajes reales y reconocibles de esa época y con el muerto vestido con armadura del XVI, cuando en realidad había fallecido hacía dos siglos y medio. Vamos en plena Edad Media. Pero paciencia, todo tiene explicación.
El cuadro relata como cuando el señor de Orgaz murió como había sido tan bueno y dado mucho dinero para crear el convento de Santo Tomé, los propios San Esteban y San Agustín aparecieron para dar sepultura a don Gonzalo, eso sí vestidos con los mejores ornamentos de la iglesia del XVI -en realidad S. Agustín nació en la actual Argel en el 351 y S. Esteban, judío, murió lapidado en el año 34, es decir fue coetáneo de Jesús con lo no creo que vistiesen jamás de tal guisa.
Pero si lo de las vestimentas es raro, bastante más es que prácticamente ninguno de los asistentes al sepelio, pese a lo inusual que bajen dos santos del cielo se sorprenda. Es más, ni prestan atención a la ceremonia.
¿Y qué me decís del niño que parece hacer de introductor del cuadro? ¿No parece que pasaba por ahí y le han dicho “Niño colócate para la foto”? Bueno en realidad es el hijo de El Greco. De su bolsillo sale un pañuelito o papel con una fecha, 1578, año de su nacimiento. Esto por si teníamos poco lio de fechas.
Yo sé que El Greco era muy dado a la hagiografía desde la época en que pintaba iconos en su tierra natal, pero esto no sé dónde encajarlo sinceramente.
Hasta ahora solo hemos hablado de la parte baja del cuadro, pero el este tiene tres partes, la terrenal, en la parte baja, el tránsito del alma del fallecido y el Cielo en la superior.
Un ángel lleva en sus manos el alma del muerto a través de un angosto y etéreo paso donde habitan ángeles y otras criaturas bíblicas y esta alma con forma casi desdibujada, puesto que ya no es cuerpo, presentada ante la Virgen María y San Juan Bautista.
Por detrás se ve a San Pedro, con sus llaves en la mano y cara de pocos amigos. No es para menos, le han quitado el puesto de recepcionista del Cielo.
En el lado derecho del Cielo se ve una multitud de personajes contemplando la escena, pero hay uno que llama más la atención.
Se trata del mismísimo Felipe II, con sus puños y gola al cuello para que no haya duda.
El Greco no se andaba con tonterías a la hora de hacer la pelota, coloca al rey de todas las Españas en plena zona celestial, junto con todos los santos y eso que aún vivía. Era su reconocimiento como adalid de la cristiandad y una forma de recordarle que a ver si le compraba alguno de los cuadros que le había presentado para decorar el Escorial.
Os propongo un juego, como el de encontrar a Wally, pero en plan Siglo de Oro. Tenéis que buscar a Santo Tomás, patrono de los constructores -pista: Lleva una escuadra en la mano. Al rey David – pista: Toca el arpa. Y para los más avispados también están Noé, Moisés y el propio Doménikos Theotokópoulos, el autor del cuadro.
Que no, que no se me olvida el porqué de que el cuadro fuese pintado con personajes de la época a pesar de haber acaecido siglos antes.
El cura que oficia la ceremonia es Andrés Núñez, párroco de Santo Tomé y quien encargó el cuadro.
Cuando en 1312 el señor de Orgaz murió dispuso que esta villa donase anualmente al convento de Santo Tomé dos corderos, 16 gallinas, dos odres de vino, dos carretas de leña y 800 monedas. Como con el tiempo la Villa de Orgaz dejó de cumplir, el párroco Núñez lo reclamó ante los tribunales y pese a los siglos pasados los tribunales obligaron a ésta a seguir pagando lo establecido. Para que jamás fuese de nuevo olvidada la deuda encargó este cuadro. ¿Resuelta la duda?