No viene a cuento

Yo disimulo

25 octubre 2024

¡Qué bonita es la luz de Octubre…!

¿Quieren verme?

Asómense ahora, porque a partir de hoy ya no me verán más.

Hoy soy la protagonista, y estoy muy contenta.

Voy encabezando una procesión, y quienes me acompañan están felices de verme hacia mi destino. Un destino alejado de los peligros del exterior.

Me he negado a casarme con un desconocido, y también me he negado a ir a un convento por eso.

Creo que la solución para no desviarme de la lógica social es la vida anacoreta.

Voy a vivir en mi tumba. En mi aposento no habrá nada más que un catre, una mesa y una silla. Y una pequeña ventana al exterior.

Debo seguir los preceptos de castidad, clausura, ascetismo, ortodoxia, experiencia contemplativa, y soledad.

Ahora haremos una parada, y se leerán los salmos de las misas funerarias. También se oficiará una misa de réquiem, y recibiré la extremaunción. Haré el voto de las tinieblas, y confesaré mis pecados. También confesaré que no estoy de acuerdo con lo que me dicen que está bien… aunque creo que esto no es pecado.

En el fondo, me rebelo contra mi cementerio de recuerdos: los buenos y los malos. porque no quiero añorar alguno… porque probablemente querría revivirlo y ya no va a poder ser.

Prefiero estar muerta para el mundo, que vivir la vida que me iba a tocar.

Pero ni con mi emparedamiento voy a conseguir estar tranquila.

Porque cuando entre a mi celda, y tapien la entrada, voy a ser considerada medio santa, con prestigio espiritual, y con el deber de compartir mi sabiduría.

Así: de un día para otro…

Pasaré de ser un peligro para la moral y el orden, una hereje rechazada, a ser alguien sabio al margen del poder político y religioso. Y con criterio.

Yo disimulo. Porque soy una impostora, con una moral algo laxa. Y en 1550, una mujer no se puede permitir esto.

He decidido apartarme. Una opción drástica, pero hay pocas donde elegir.

Y en este retiro deberé confiar en la sociedad de la que me aparto, porque mi supervivencia dependerá de que alguien tenga a bien traerme comida, ropa, remedios… a través del ventanuco cuando se asomen a hablar conmigo, o a mirar…

Al mundo le hago creer que me aparto de la vida disoluta para emprender un camino hacia la Omnisciencia mediante el estudio y la meditación, aunque sé es tarea imposible.

Yo disimulo.

Toda esta gente que viene en comitiva a despedirme cree que me acerco a Dios.

Yo disimulo.

Miro las caras de los que me quieren, y no termino de entender si se alegran, o se preocupan.

Yo disimulo.

Vienen a mi cabeza imposibles proyectos de futuro.

Yo disimulo.

Pienso en que nunca más voy a tener contacto con otra piel.

Y yo disimulo.

Pienso en el calor del sol en la cara.

Disimulo.

Superaré todas las renuncias, porque a partir de hoy… a partir de hoy ¡ya seré libre!.

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