Relatos

Colorín veraneado

26 julio 2024

¿Quién soy? Soy el barquito ese pequeño que ves alejarse como un puntito en el mar.

Hace días que fui verano. Me levantaba tarde, desayunaba en una mesa de plástico blanco, en una terraza cualquiera, sentado en la silla blanca mirando al horizonte y planeando con pausa mi día, cada día. Aún sabiendo que era más que probable que los retrasos se acumularan y acabara de nuevo la siguiente mañana sentado en la misma posición, mirando al mismo punto sin coordenadas conocidas.

Y qué más da siendo sol, que también lo soy. Siendo sol nada se puede ocultar y todo volverá a ocurrir más tarde o más temprano. Y qué mejor para repetirse que siendo un día de verano, con tiempo y pausa a partes iguales. Sin prisa. Cogiendo arena y soltándola. Sabiendo que cada uno de esos granos de arena estaba aquí y luego allá, como si nada, porque todo sigue igual. En estos pensamientos fui el sol en lo más alto y quise ser mediodía. Del de ya haber comido y echarse la siesta. Y me desperté y ya era tarde, casi muchos años después de la primera vez. Al despertar me paseé a mí mismo. Consciente. En cada paso lento.

En mi paseo por la orilla del mar quise ser sal. La sal mojada que inunda todo su agua. Entrar y salir de las algas y los peces. Pero me sequé y me llevaron a sazonar los platos más exquisitos, kilómetros más allá de cualquier lugar. Y allí no había faro que me indicara cómo volver, ni olía a mar ni a brisa ni a verano. Así que volví a ser yo, sentado en la silla de plástico blanco, en mi pensar qué hacer sin prisa, como el barquito que siempre está en el horizonte, que nunca se sabe si viene o va. Ni a dónde.

Y dicen los cuentos dicen, que si un barco ves desde la orilla en la línea azul del alta mar, tres veces tienes que soplar.

Luego respiras la brisa y los ojos has de cerrar.

Si al abrirlos ves reflejos del sol en el agua brillar, es que el barco va. Va hacía un lugar que empieza por la letra de tu nombre o la del capitán. Piensa un poco, y lo acertarás.

Y si en ese momento una nube no deja ningún destello pasar, es que el barco vuelve ya. ¿De dónde? Sólo las gaviotas te lo podrán contar, porque lo que ha visto el barquito queda para siempre en el fondo del mar. Sellado el secreto en un cofre con una llave que de arena hecha está, y que se deshace si alguien la llega a encontrar.

Y colorín veraneado, como el rojo de tu piel si te has quemado, estas vacaciones, se han acabado.

¿Aquí abajo tienen otra versión del cuento, cual pondrían en cabeza?
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