No viene a cuento
Circo
6 junio 2025

Esto no viene a cuento, pero nunca había pensado que mantener tres relaciones a la vez fuera tan cansado. Al principio era emocionante, un juego secreto: como una actriz en tres escenarios distintos, y el público aplaudiendo.
No me repetía, no me liaba. Todo brillaba, y yo sentía una especie de poder al ser capaz de cambiar de tono, de risa, de argumentos… según la escena en la que me encontrara.
Entre ellos no se conocen. De eso me encargué con empeño.
Si para tener pareja hay que hacer ciertos malabares, para tener tres, hay que montar un circo.
Cobarde y estratégicamente he conseguido estar con los tres cerca, sabiendo sólo yo la coreografía de esta obra de teatro con buenos actores, pero con un mal guion.
Tiene que caer el telón, y cuando llegue el momento, no sé si escucharé aplausos. Eso sí: sentiré ese dolor del que tanto se habla en la poesía: el dolor que se sufre cuando te dejan de querer. Y quiero comprobar si soy humana, experimentando lo que explica Khalil Gibrán en su poema “Como el dolor”, que en unos versos dice:
Y una mujer habló, diciendo: ‘Háblanos del Dolor’. Y él dijo: Tu dolor es la ruptura de la cáscara que encierra tu entendimiento. Así como la piedra del fruto debe romperse, para que su corazón pueda estar al sol, así debes conocer el dolor. Y si pudieras mantener tu corazón en asombro ante los milagros diarios de tu vida, tu dolor no parecería menos maravilloso que tu alegría…
No sé cómo llegué a esta situación, si por amor, o por aburrimiento.
La gente asocia fidelidad a virtud: dudo yo de que haya tanto virtuosismo en las relaciones.
Se los voy a presentar. Los llamaré 1, 2 y 3.
- Me mira como a un poema que sabes que se te va a olvidar. Intenso, siempre con planes para el fin de semana y para el futuro. Creo que ve estabilidad en mí… Y me va bien para los domingos.
- Silencioso, tranquilo, no pregunta, poca pasión, nada de celos, soluciona cosas antes casi de que ocurran. Un mueble bonito para cualquier día laborable.
- Caótico, impredecible, emocional y divertido. Encaja en cualquier momento del día o de la noche.
Y no, no es una relación abierta. Porque he sacado el tema, y ninguno lo aceptaría.
La verdad es que no les miento del todo: cada uno tiene la parte de mí que está dispuesto a ver, y a amar.
Pero esto es agotador. Es mucho trabajo no mezclar planes, cuadrar días, repartir celebraciones…
No sé cómo acabar con esto. Querría dejarlos con elegancia, sin discusiones, gritos o dramas. Un final directo, pero humano.
Difícil.
Un golpe de suerte ha hecho el trabajo.
Una conocida quiso darme una sorpresa publicando una foto que me hizo sin yo saberlo, en la que aparezco leyendo a 1, (ataviado con una gorra de 3 que se olvidó en mi casa) el libro “Amor de perdición” (qué oportuno) que me regaló 2.
Esta publicación, que podría haberme molestado, disparó el final.
En los comentarios a la misma, a 1 le gusta la foto, 2 pregunta que quién es el que atiende a la historia de Simào y Teresa que me había regalado, 3 reconoce su gorra… bueno, un lío de conversación entre tres desconocidos, que descubren que yo soy el nexo de unión entre ellos.
Sin hacer yo nada, me dejan.
Yo ya he hecho suficiente, sin pena ni permiso.
No estoy arrepentida. No sufro ni nada. Hay humanos, pues, que somos así.
Sin despeinarme, y con el maquillaje intacto, acaba la función.
Un final con estilo.
Así pues, lectores, oyentes hagan el favor de detestarme.
Es lo mínimo.
Música:
Concierto de Brandeburgo nº 4 en Sol mayor BWV 1049, Johann Sebastian Bach