El bar del Carlos
El verano a la fresca

El verano ha pasado como todos años (y nosotros que lo veamos). Al Víctor le ha vuelto a tocar dar clase en el pueblo. La gente vuelve de sus cortas vacaciones (el Víctor no, que las de ese han sido largas) y como cada mes de septiembre, la Celia y el Carlos comienzan el nuevo curso cerrándonos la puerta en las narices. «Se han ido para descansar», repite el Carlos como un robot. «De nosotros», contesta el Paquito en plan cabrón.
Así que, henos aquí, con ganas de contar las peripecias del verano y sin lugar donde contarlas. Nos distribuímos estos difíciles días por el resto de locales del pueblo, cada día menos, cada día con menos gente.
Lo del verano a la fresca es un decir. Se nos han ido apareciendo, periódicamente, las olas de calor, y esto ha sido un suplicio, sobre todo para los que trabajan al raso o no tienen aire en el curro. Hemos vuelto a ser campeones de España en varias ocasiones.
¿Dónde íbamos a estar mejor que en el bar? A la Pi le confundieron con una maestra nada más empezar la temporada piscinera, pues «tenía mucho que enseñar». Y el Paco, con su mujer, que han sido fijos en la terraza después de cenar con su heladico, ha llegado a pedir un café con vino porque se le trafucó un poco la memoria y ya no sabía si era por la tarde o por la noche.
Volvieron la fiestas, los toros con borrachos y los borrachos sin toros menos habituales, aquellos a los que guardamos los bares abiertos para que luego digan lo bonito que es el pueblo. Nos importan una mierda las tradicionales polémicas festivas, como si lo más importante en el pueblo fuera lo que pasa en cinco días.
Ya llegará septiembre, pensábamos, y septiembre llegó. Aquí en el bar, cuando se acaba la fiesta de Santa Rosa, que solo duran un día y es un poco limitada para los vecinos (aunque algunos pasemos más tiempo en esa calle que en casa), se acaba el verano y empieza el largo invierno.
¡Ah! El Marcelico y la orientadora han tenido un hijo. No sabemos cómo le han llamado ni nos importa mucho porque le vamos a llamar Marcelico, como a su padre.
A ver cómo se presenta la vendimia este año, que aún nos queda vino del año pasado.