El bar del Carlos
Cabras, Cabritos, Cabrones.

- ¡Si fueras cabra, buenos cabritos criarías!
Vaya por delante que esta expresión, descontextualizada, no nos dice ni fu ni fa. Pero, metámonos en harina.
La jefa de estudios, la tabernera, nos servía con gracia y salero unas copas de cerveza. La tarde ya pardeaba, los luceros asomaban sus ojos legañosos, perlas blancas son tus dientes, etcéteras, etcéteras varios.
Vamos pues, que era una tarde cualquiera, de un mes cualquiera, de un año cualquiera.
Entonces sucedió. Mientras el Santi salía a fumar a la calle y el Carlos nos hacía unas tapas dando buena cuenta del pernil.
A todo esto. Hacía ya un buen rato que había llegado la Pi. La Pi es la hija de los de la taberna. Se reía de bislai mientras nosotros comentábamos las últimas novedades de la geopolítica comarcal.
Al lío. Que mientras nos servía la Celia se le ocurrió decir la frase de marras al Paco y nos echamos a reir, no sin antes cercionarnos que el director seguía cortando magra y que la Pi seguía haciendo lo que fuere o fuese.
En definitiva, que hay cosas que no está bien decirlas; o que solo se dicen en confianza, porque la confianza da asco; o que si se dicen no se escriben.
El caso es que así fue como aconteció, una tarde que pardeaba, mientras los luceros se asomaban con sus ojos legañosos.