Pintura
Zorn
26 julio 2023
Qué poco nos llega a estas latitudes meridionales los ecos del arte nórdico. Salvo don Eduardo Monje conocido en su tierra por Edvard Munch, autor de “El Grito”, pareciese que no hay más gente diestra con los pinceles.
Pues bien, hoy voy a presentaros a un artista del que vais a alucinar, se trata del orondo Anders Zorn pintor impresionista, tema para discutir, sueco nacido en 1860 y fallecido en 1920. Ahí os dejo un autorretrato con su discreto traje rojo.
Zorn comenzó su carrera principalmente como acuarelista, época en la que pintó más obras con esta técnica empujado por su mujer, Emma.
De 1886 es “Vacaciones de verano” que veis a continuación. Con seguridad es una de las obras realizada en acuarela que más me ha impactado nunca.
Estudia en profundidad la obra de Velázquez que marcaría su estilo de por vida.
La limpieza y transparencia de los colores, la forma de resolver esa agua, tan norteña, cuando el cielo, como acostumbra, está encapotado y sopla un ligero viento que comienza a mover la superficie.
Y ese cielo tan sutilmente resuelto. Me pasaría horas hablando de las virtudes de esta obra, casi tantas como las que me he pasado contemplándola.
Pero sigamos adelante, que hay mucho que contar.
En Italia se le propone exponer en la mismísima galería Uffizi.
Zorn, tras dimitir de la Academia de Bellas Artes de Estocolmo por discrepancias con su director, que raro, se dedica a recorrer Europa cargado con sus pigmentos y sus papeles. En España se enamora del país y estudia en profundidad la obra de Velázquez que marcaría su estilo de por vida.
En París triunfa de tal manera que es invitado a participar en la Exposición Universal y en sucesivos Salones de Bellas Artes, siendo finalmente nombrado Caballero de la Legión de Honor de Francia.
En Italia se le propone exponer en la mismísima galería Uffizi.
Llaman la atención todas sus obras, tanto por su planteamiento fresco, espontáneo, como por su manera de resolver las obras, con trazos firmes, largos, sin empastes, sino con óleo muy disuelto.
“El ómnibus” de 1892 es un buen ejemplo.
Para el pintor la decoración y el entorno hablan mucho del carácter del personaje a retratar.
Pronto se convierte en uno de los retratistas más cotizados de finales del siglo XIX. Su técnica espontánea e instintiva le debe mucho a su trabajo con la acuarela: utiliza colores muy diluidos aplicándolos con un pincel muy suave sin haber realizado previamente ningún dibujo, ni un simple encaje.
Prefiere pintar a sus retratados en su propio ambiente en vez de en su estudio, de esa forma Zorn capta mejor la personalidad y la psicología de sus modelos. Para el pintor la decoración y el entorno hablan mucho del carácter del personaje a retratar.
Muchos de estos retratos son realizados en Norteamérica, país al que se desplaza en siete ocasiones.
Banqueros, magnates de la industria o políticos –incluyendo tres presidentes de Estados Unidos– quieren ser retratados por él, sin importar el dinero que costase.
En este ejemplo podéis ver el retrato de Sofía reina de Suecia. Comparar la naturalidad con que la soberana posa con la rigidez de los retratos realizados recientemente a los reyes de España, que parece que les han puesto un palo de escoba en la espalda.
Zorn utilizaba casi exclusivamente cuatro colores.
Pese a alternar con la más alta sociedad de todo el mundo Zorn fue fiel a sus orígenes campesinos y al día a día de su gente, inmortalizando escenas cotidianas de su trabajo y su folclore.
Quizás sus obras más populares sean sus desnudos, donde muestra su maestría con el color como en “El pote de patatas” que recuerda enormemente a la obra de Velázquez “La fragua de Vulcano“.
La obra de Zorn tiene una sorpresa, el color, o mejor los colores.
Como decía Matisse “un color no es color hasta que está al lado de otro color”.
En los talleres de pintura los principiantes me preguntan que colores compran y diga lo que les diga siempre terminan comprando muchos y de los colores más llamativos posible, porque según ellos son muy bonitos, no puedo evitar acordarme de Velázquez y de Anders Zorn. No, no estoy divagando y me explico.
Zorn utilizaba casi exclusivamente cuatro colores: Ocre amarillo, rojo bermellón, negro marfil (si negro y marfil que no me he confundido) y blanco y con esos cuatro colores pintó todos sus cuadros. Ocasionalmente utilizó otros colores para detalles específicos.
Volver a mirar el cuadro doblemente culinario del Pote de patatas. Se aceptan silbidos después de ese chiste tan malo.
Fijaos en la cantidad de distintos colores que aparecen, por ejemplo, verdes en la manta del ángulo inferior izquierda.
Para conseguir ese verde emplea el negro marfil que tiene tintes verdosos.
En concreto, se mezcla un poco de negro marfil y blanco obteniendo un color gris, se le añade un poco de amarillo ocre hasta lograr la coloración verdosa. Esta coloración puede cambiar en su tonalidad al agregar más o menos blanco. A este tipo de colores verdosos logrados con la mezcla de negro, amarillo y un poco de blanco es a los que llamamos verdaccios.
Esta gama de cuatro colores, paleta, actualmente se llama paleta Zorn o paleta restringida.
No menos importante es saber cómo se percibe un color en función del que tenga al lado. La pincelada roja de la parte superior de la manta ayuda a que la percepción visual de ese verdaccio nos parezca realmente verde.
Podríamos llamarlo truco de artista, aunque creo que es más un conocimiento del oficio.
Como decía Matisse “un color no es color hasta que está al lado de otro color”.
A los menos conocedores decirles que este negro, el marfil, se hace con huesos calcinados -primitivamente marfil calcinado, de ahí su nombre- frente a otro negro muy utilizado y más económico, que es el negro humo, fabricado con el hollín que produce el humo y que tiene unas tendencias más marrones.
Esta gama de cuatro colores, paleta, actualmente se llama paleta Zorn o paleta restringida, que por otra parte no difiere demasiado a la que utilizó Velázquez.
Os dejo para terminar un autorretrato de Anders Zorn con su famosa paleta en la mano y con un consejo; Para pintar no compréis muchos “colorinchis” que dice mi hija Inés, sino seleccionados, pero de buena calidad.